La falta de relevancia social del nivel inicial: moneda corriente
La falta de relevancia social del nivel inicial es moneda corriente para quienes habitamos las salas de las instituciones escolares. La profesión docente en esta sección es una de las más desvalorizadas en la historia de la educación. Esto se debe a diversos factores, pero principalmente está asociada al rol que cumple el mismo del sistema educativo.
Históricamente, la sociedad se le atribuye una función meramente asistencialista y de cuidado al Nivel Inicial. Esto impacta directamente en la concepción de las familias y miembros de la sociedad sobre el rol que el nivel ocupa dentro del sistema educativo.
El panorama es complejo e implica una re configuración de las estrategias del nivel en pos de formar comunidades de aprendizaje que pongan en valor el trabajo diario que se lleva a cabo dentro de las salas. No es tarea sencilla, ya que desterrar la creencia existente acerca de que los jardines de infantes se crearon únicamente con el fin de que las familias puedan dejar a sus hijos al cuidado de alguien mientras se iban a trabajar; lugares donde se los asistía, cuidaba y se los hacía jugar.
Lo cierto es que, esta desvalorización se hace presente en conversaciones por más inocentes e inconscientes que estas mismas sean. Algunos días atrás, estaba revisando los mensajes pendientes de mi teléfono celular, hasta que uno de ellos llamó poderosamente mi atención. El mismo, había sido enviado en un grupo de trabajo por medio de la famosa plataforma de mensajería instantánea; en el cual la mayoría de sus participantes son docentes en su mayoría de Nivel Inicial. El mensaje, era un mensaje reenviado y decía algo así como:
“Hola, estoy buscando una niñera pedagógica de super confianza para cuidar a mi hija. Sería dos tardes a la semana, miércoles y jueves; zona C.A.B.A”
Niñera pedagógica… ¿?
Este concepto fue, de todo el mensaje, el que me tomó por sorpresa y me hizo reflexionar. ¿Qué es una niñera pedagógica? Es habitual que, quienes son docentes de nivel inicial, encuentren numerosas ofertas de trabajo relacionadas al cuidado de niños pequeños fuera del horario escolar. Esto se debe a la experiencia con los mismos, “la paciencia”, los recursos didácticos que poseen las docentes del nivel, entre otros atributos. Sin embargo, esta idea de niñera pedagógica está directamente relacionada con una problemática histórica que interpela al nivel basada la concepción (errónea) de que el nivel desempeña una función meramente asistencial y de cuidado de los niños.
Esta concepción del docente como cuidador, es reflejo de la baja o nula importancia que se le otorga al Nivel Inicial como espacio de formación durante los primeros años de vida de los niños. Diversos autores e investigadores señalan que estos primeros años de vida y las experiencias a las que son expuestos los niños y niñas son fundamentales para el desarrollo físico, psicológico y social de los mismos. Es un espacio de formación en donde se sientan las bases para el desarrollo de habilidades de nivel superior de cara a la formación primaria y secundaria. Además, se hace hincapié en el desarrollo de habilidades emocionales y sociales como parte de un proceso de desarrollo integral de las personas.
En nuestro país, únicamente las salas de 4 y 5 años forman parte de la educación formal y obligatoria que debe garantizarse a los niños y niñas como parte de sus derechos humanos básicos y fundamentales. Sin embargo, existen casos en los cuales los niños ni siquiera asisten a las escuelas en edades tempranas; sino que inician su trayectoria escolar cada vez más a edades más avanzadas. La falta de regulación estatal y de políticas públicas que promuevan la oferta de educación inicial son cada vez más escasas.
Esto impacta directamente en las instituciones educativas quienes, durante los últimos años, han visto como la matriculación en el nivel inicial va en decadencia y es cada vez más escasa. Por ende, resulta inevitable la decisión de cerrar algunas salas y hasta incluso algunas escuelas, por no cumplir con el cupo de matriculación necesario.
Este fenómeno, se ha visto incrementado luego de la pandemia por COVID-19 y el aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO). Muchos jardines maternales se han visto en la necesidad de cerrar sus puertas, mientras que las escuelas han optado por cerrar algunas de sus salas. Si bien este es un fenómeno multicausal, esta concepción asistencial del nivel se ha puesto de manifiesto en las decisiones familiares a la hora de enviar o no a sus hijos al jardín de infantes.
Dicho esto, en el último tiempo muchas familias han optado por contratar “niñeras pedagógicas” que desempeñen esta función de cuidado de los niños pequeños con el plus de llevar a cabo actividades lúdicas (o de índole pedagógicas) dentro de sus propios hogares, a un costo mucho menor.
Resulta algo utópico pensar en una única solución que destierre la idea de que las docentes de nivel inicial ofician de niñeras pedagógicas. Sin embargo, como agentes educativos hay pequeñas acciones que podemos poner en marcha para poner en valor el trabajo que se hace dentro de los jardines. En esta línea, resulta necesario repensar y reconfigurar el rol de las familias como actores educativos influyentes dentro de las escuelas. Generar comunidades de aprendizaje en las cuales las familias tengan espacios de participación activa dentro de los proyectos trabajados durante el año resulta fundamental para socializar y visibilizar el trabajo diario. De esta forma se busca generar conciencia, informar y educar no solo a los niños sino también a las familias.
Por otro lado, proponer proyectos de trabajo con los alumnos que tengan un impacto en las comunidades y contextos en los que están insertas las instituciones educativas podría contribuir a la puesta en valor del trabajo docente. Usualmente el conocimiento comienza a ser considerado como valioso cuando este tiene un impacto o puede ser aplicado en diversas situaciones de la vida cotidiana. De esta forma, contenidos curriculares y habilidades cobran un rol coprotagónico en las planificaciones docentes a través de metodologías de trabajo como el ABP (aprendizaje basado en proyectos) o el Aprendizaje y servicio.
Como ya mencionamos, el Nivel Inicial constituye un espacio de formación integral de los individuos, en el cual se busca sentar las bases para el desarrollo a lo largo de toda la vida. El mismo, desde sus lineamientos curriculares propone una serie de experiencias que responden a objetivos alineados con los contenidos curriculares y habilidades de pensamiento que se buscan desarrollar. En contraposición, una “niñera pedagógica” no solo no tiene el respaldo de marcos curriculares que avalen su trabajo, sino que no cuenta con los recursos necesarios para garantizar una educación integral y de calidad. Cabe destacar que, además la dimensión personal y social queda totalmente relegada ya que la función de cuidado por lo general se da en solitario, en el ámbito del hogar de los niños. De esta forma, su función queda por completo relegada a la asistencia y el cuidado. Y así, una vez más, la falta de relevancia del Nivel Inicial queda al descubierto.
El panorama es complejo pero el cambio necesario comienza con un cambio de mirada. Repensar el rol de los docentes y dar valor a la educación de la primera edad es una tarea en conjunto. Enarbolar la bandera de los derechos y sobre todo del derecho a la educación integral y de calidad es tarea de cada uno de nosotros, docentes. Garantizar espacios de aprendizaje, promoviendo el desarrollo de habilidades y buscando el desarrollo de comprensión profunda en nuestros alumnos puede generar grandes cambios. Sobre todo, si todo lo anteriormente mencionado tiene un impacto visible en las comunidades de aprendizaje a las que aspiramos construir.
No somos cuidadores, no somos niñeras pedagógicas… somos profesionales de la educación. Y como tales debemos repensar y hacernos responsables de nuestras prácticas. Solo de esta forma, comenzaremos el camino que tanto ansiamos recorrer… aquel que conduce a la valorización del rol docente de nivel inicial.
¡Animo!