Reflejos digitales en la educación: Desafíos y estrategias en la era de las redes sociales
La importancia del ámbito escolar para mitigar los impactos negativos de la presión del éxito y la validación digital

En la era digital, las redes sociales han tejido una red omnipresente que se entrelaza con diversos aspectos de nuestras vidas, incluido el ámbito educativo. La validación digital y la cultura de la comparación eclipsa la verdadera esencia del aprendizaje y la formación de identidad, especialmente en los jóvenes.
Esta dinámica, de la cultura de comparación en las redes sociales, introduce estándares de éxito que afectan la percepción individual y la autoestima. En este marco, la desigualdad social se suma a los conflictos identitarios, generando ansiedad y presión social ante la constante exposición a narrativas exitosas.
Este panorama subraya la necesidad urgente de desarrollar una conciencia crítica sobre la influencia de las redes sociales en la percepción del éxito y la dualidad identitaria que emerge.
Para abordar ello, se adopta como herramienta analítica el enfoque dramatúrgico de Goffman, la construcción identitaria en el espacio digital, la pertenencia como proceso multidimensional y la desigualdad social que añade una capa adicional de complejidad a la actuación digital.
Dentro de los interrogantes que surgen se encuentran ¿Cómo afecta esta presión del éxito y la validación digital a la autenticidad en la vida cotidiana? ¿Qué implicaciones tiene este fenómeno en el proceso educativo? ¿Qué responsabilidades tiene el ámbito escolar sobre este fenómeno y problemática?
La validación digital y las tensiones que genera en la cultura escolar
Las expresiones de “exitismo social”, la imperante validación digital y la constante exposición a representaciones selectivas en plataformas en línea han desencadenado un fenómeno de gran relevancia en la formación de identidad y aprendizaje en los jóvenes. En este contexto, los actores pedagógicos se encuentran convocados por la tarea de equilibrar la integración tecnológica con la preservación de valores fundamentales.
Al respecto, Perisutti, D. (2018) menciona que «Las nuevas prestaciones de las redes sociales facilitan cada vez más la configuración de la identidad virtual, potenciando la capacidad del usuario para construir y representar un personaje, presentando su identidad de manera selectiva con el fin de ofrecer una versión idealizada de sí mismo. Esta nueva multiplicidad se manifiesta a través de las producciones textuales y fotográficas sobre la autopresentación, donde un individuo elige construir y mostrar lo que desea comunicar.» (p. 6)
Desde la perspectiva dramatúrgica de Goffman, la interacción en las redes sociales se asemeja a una sucesión de representaciones teatrales. Los usuarios se convierten en actores que desempeñan roles específicos para su audiencia digital. La construcción de la identidad en línea es, en esencia, una actuación social donde los individuos seleccionan cuidadosamente qué mostrar y cómo presentarse creando una narrativa específica para obtener validación y aceptación.
Amparán (2000) desarrolla que el enfoque dramatúrgico de Goffman constituye una forma de análisis que parte de la idea, propia del interaccionismo simbólico, de que toda interacción social es una actuación (Performance), es decir, un papel representado frente a una audiencia. El escenario o área de acción puede ser dividido en dos grandes secciones: los bastidores (Backstage) y el escenario (stage). En los primeros, los actores se preparan para representar sus papeles y es ahí donde también se producen los efectos especiales para impresionar al público. En los bastidores existe una categoría de personajes cuya función es arreglar el escenario es el lugar en donde la acción tiene lugar ante la vista de los espectadores.
Profundizando en esta idea, Goffman introduce la idea de que esta actuación no ocurre en un vacío. Existe una audiencia activa que observa y evalúa cada presentación. De manera que, la validación digital se convierte, entonces, en el aplauso virtual de esta audiencia, influyendo en la percepción que el individuo tiene de sí mismo y su lugar en la sociedad digital. Es decir, contribuye a los sentidos de pertenencia y constitución simbólica de la identidad.
En este contexto de representaciones teatrales en las redes sociales, la desigualdad social añade una capa adicional de complejidad a la actuación digital de los jóvenes en vulnerabilidad. Al representar roles específicos para su audiencia digital, se enfrentan a la tarea adicional de lidiar con las limitaciones impuestas por las desigualdades sociales. La necesidad de pertenencia y validación digital se intensifica, ya que estos jóvenes buscan no solo la aprobación de su audiencia digital, sino también la validación de su identidad en un contexto marcado por desafíos estructurales.
Landa (2014) menciona que “Las exigencias de las tramas capitalistas actuales se asientan en esta concepción socio-psico-somática del sujeto cuya voluntad por optimizar su propia existencia presupone su no completitud y maleabilidad, a punto tal que este estado de bienestar deviene un requerimiento condicionante para la integración de un individuo en los escenarios laborales y sociales del presente (Kelly et al. 2007). Prolifera, de este modo, una inquietud generalizada por la propia condición de salud, bienestar laboral y felicidad, conjuntamente con la oferta de tecnologías de modulación somática y subjetiva orientadas a satisfacer un público ávido por consumir productos que optimicen sus rendimientos estéticos y productivos, o en su defecto, que enmienden los achaques físicos y mentales de su precaria existencia” (p.158)
La validación digital, entonces, se convierte en un componente crucial no solo para la autoestima individual en contextos escolares y comunitarios, generando tensiones y conflictos en su identidad, sino también para la percepción del propio lugar en una sociedad digital que refleja y reproduce desigualdades. La interpretación y evaluación constante de sus representaciones digitales por parte de la audiencia afecta la manera en que se perciben a sí mismos y cómo creen ser percibidos por otros.
Bayón y Saraví (2022) postulan que “Como proceso social, la pertenencia está condicionada por relaciones de poder, interacciones y contextos. En este sentido, la desigualdad social moldea las condiciones, luchas y formas de pertenencia de distintos grupos de jóvenes” (p. 60)
En este contexto, se destaca la relevancia de abordar críticamente la construcción de la pertenencia en el ámbito educativo. Según Armella y otros (2023), la escuela adquiere un papel destacado al actuar como una suerte de caja de resonancia, siendo testigo de las diversas formas que adoptan las desigualdades en los entornos donde está situada (p. 109). Esta afirmación subraya la función esencial de la institución educativa como un espacio determinante para comprender, abordar y transformar las dinámicas desiguales que afectan a los estudiantes, consolidando su rol no solo en la transmisión de conocimientos, sino también en la promoción activa de la equidad y la inclusión.
Conclusión
En síntesis, la presión del éxito y la validación digital ejercen una influencia considerable en la autenticidad en la vida cotidiana y el proceso educativo. En términos de la vida cotidiana, la necesidad de validación en entornos digitales puede conducir a la construcción de identidades selectivas e idealizadas, generando una desconexión entre la representación en línea y la realidad. Esto puede dar lugar a presiones sociales y conflictos identitarios, especialmente en jóvenes, quienes pueden experimentar ansiedad al intentar ajustarse a estándares digitales de éxito. En el ámbito educativo, estas dinámicas pueden distorsionar los objetivos educativos al desviar la atención de los estudiantes hacia la búsqueda constante de validación social en línea, afectando la motivación intrínseca y la apreciación del conocimiento.
Entonces, el ámbito escolar enfrenta desafíos y la responsabilidad de promover una educación centrada en valores que trascienda la búsqueda superficial de validación, reforzando la autenticidad, la integridad y el respeto. Además, enseñar habilidades de evaluación crítica para que los estudiantes puedan discernir entre la validación superficial y el verdadero valor del aprendizaje.
La creación de un entorno inclusivo y de apoyo es esencial para abordar las desigualdades sociales y mitigar la presión adicional que algunos estudiantes pueden enfrentar. Además, fomentar el desarrollo de la identidad auténtica a través de programas que alienten la exploración genuina de intereses y habilidades contribuye a contrarrestar la necesidad constante de validación externa.
En resumen, el ámbito escolar desempeña un papel fundamental en mitigar los impactos negativos de la presión del éxito y la validación digital, promoviendo un ambiente educativo que nutra la autenticidad y el desarrollo integral de los estudiantes.
Referencias bibliográficas
Amparán, A. C., & Gallegos, A. L. (2000). El enfoque dramatúrgico en Erving Goffman. Polis, 2, 239-255.
Armella, J., Bonilla Muñiz, M., Etcheto, F., & Schwamberger, C. (2022). La escuela como testigo y la posibilidad del testimonio. Desigualdad y pobreza urbana en la Región Metropolitana de Buenos Aires. Revista de Educación, 0(28.1), 107-123.
Bayón, M. C., & Saraví, G. (2022). Espacios de pertenencia juvenil en contextos de desventaja: tensiones y disputas. Última Década, 30(59), 43–74.
Landa, M. I. (2014). La sonrisa del éxito. Figuraciones de una subjetividad exigida. Arxius de Sociologia, 30, 153–168.
Perisutti, D. (2018). La construcción identitaria en el espacio digital: Instagram y sus universos simbólicos (Bachelor’s thesis, Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales).