Ranking de Shanghái: ¿Por qué Latinoamérica no logra entrar en el top 100 mundial?
Las universidades de la región se mantienen a la zaga de la élite mundial, con Brasil y México como únicos estandartes en una clasificación dominada un año más por Harvard. La UBA, por su parte, se consolida como el gran referente argentino a pesar de los desafíos económicos.
El prestigioso Ranking de Shanghái ha vuelto a poner de manifiesto la enorme brecha que separa a las universidades latinoamericanas de la élite académica mundial. En la edición de 2025, ninguna institución de la región ha logrado posicionarse en el anhelado ‘top 100’, un club exclusivo dominado con mano de hierro por las universidades anglosajonas y, cada vez más, por las asiáticas.
Un año más, la Universidad de Harvard se corona como la mejor del mundo, un puesto que ostenta desde la creación del ranking en 2003. Le siguen de cerca Stanford y el MIT, consolidando el poderío estadounidense en la cima de la educación superior. En este selecto grupo, solo unas pocas universidades europeas y asiáticas logran hacerse un hueco, dejando a Latinoamérica como una mera espectadora.
La Universidad de São Paulo, en Brasil, vuelve a ser la institución latinoamericana mejor clasificada, aunque sin lograr el impulso necesario para entrar en la primera centena. Le sigue la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que se consolida como un referente regional pero lejos de las posiciones de liderazgo. Ambas instituciones, gigantes en sus respectivos países, son el reflejo de una región que, a pesar de su enorme potencial, no consigue traducir sus esfuerzos en una mayor presencia en los rankings internacionales.
Más abajo en la tabla, aparecen con cuentagotas universidades de Chile, como la Pontificia Universidad Católica y la Universidad de Chile, y de Argentina. Sin embargo, su presencia es más testimonial que competitiva, y se ven superadas no solo por las potencias tradicionales, sino también por el avance de países como China, que año tras año aumenta su número de universidades en la élite.
Análisis de las universidades argentinas: La UBA, un faro en la tormenta
En el contexto latinoamericano, la Universidad de Buenos Aires (UBA) se erige como la principal representante de Argentina en el Ranking de Shanghái, consolidándose en el tramo 201-300 de las mejores del mundo. Este posicionamiento, si bien meritorio, evidencia los desafíos que enfrenta el sistema de educación superior del país.
A pesar de su prestigio y su rol histórico como formadora de profesionales destacados, la UBA y las demás universidades argentinas que figuran en el ranking —como las de La Plata y Córdoba— luchan por mantenerse a flote en un escenario de desfinanciamiento y crisis económica. La falta de recursos impacta directamente en la investigación, uno de los pilares del Ranking de Shanghái, dificultando la retención de talentos y la publicación en revistas científicas de alto impacto.
La situación se agrava por la inestabilidad política, que impide la consolidación de proyectos a largo plazo en ciencia y tecnología. A pesar de estos obstáculos, la resiliencia de la comunidad académica argentina es notable. La UBA, en particular, sigue siendo un faro de excelencia, reconocida por la calidad de sus egresados y su compromiso con la educación pública y gratuita.
Las claves del ranking: ¿Qué es y cómo se mide?
El Ranking de Shanghái, o ARWU por sus siglas en inglés, es una de las clasificaciones más influyentes del mundo académico. A diferencia de otros listados, no se basa en encuestas de reputación, sino que utiliza seis indicadores objetivos para medir el rendimiento de las universidades, con un fuerte énfasis en la investigación científica de alto nivel.
La metodología se basa en los siguientes criterios:
- Calidad de la educación (10%): Número de exalumnos ganadores de un Premio Nobel o Medalla Fields.
- Calidad del profesorado (40%): Se mide por el número de profesores en plantilla que hayan ganado dichos premios (20%) y por el número de investigadores altamente citados en sus campos (20%).
- Producción científica (40%): Evalúa la cantidad de artículos publicados en las prestigiosas revistas Nature y Science (20%) y el volumen total de artículos indexados en bases de datos de referencia (20%).
- Rendimiento per cápita (10%): Ajusta las puntuaciones anteriores en función del tamaño del cuerpo académico de la universidad.
Este enfoque explica por qué las universidades con una fuerte tradición en ciencias exactas y naturales tienden a dominar las primeras posiciones.
Conclusión
Mientras el mundo académico avanza a pasos agigantados, Latinoamérica parece anclada en una eterna promesa. El desafío para la región, y para Argentina en particular, es claro: para competir en las grandes ligas de la educación superior, es imperativo asumir un compromiso real con la ciencia y la tecnología. De lo contrario, el talento local seguirá emigrando y el continente continuará perdiendo terreno en el escenario global del conocimiento.






