Las nuevas barreras que enfrentan los estudiantes internacionales en Estados Unidos
Un entorno hostil y el endurecimiento de visados amenazan con una caída drástica en la matrícula extranjera, afectando a universidades y a la diversidad académica.
En el panorama de la educación superior, Estados Unidos ha sido históricamente un destino privilegiado para estudiantes de todo el mundo. Sin embargo, en el último año, una serie de políticas y medidas implementadas por la administración del presidente Donald Trump han creado un entorno de incertidumbre y dificultad, lo que podría provocar una drástica caída en la matrícula de estudiantes internacionales.
El problema no se limita a países con restricciones de viaje, como Irán o Afganistán, sino que se ha extendido a las principales naciones de origen de estudiantes internacionales: China e India. La Asociación de Educadores Internacionales (NAFSA) ha advertido que la escasez de citas para visados y el endurecimiento del proceso podrían llevar a una disminución de entre el 30 y 40 por ciento en la nueva matrícula, lo que representaría una pérdida de hasta 150,000 estudiantes y millones de dólares para las universidades.
Un cambio en el modelo de negocio y en el ambiente académico
La afluencia de estudiantes internacionales se ha convertido en una pieza clave del modelo de negocio de muchas universidades. A menudo, estos estudiantes pagan la matrícula completa, lo que genera ingresos que ayudan a subsidiar programas y a financiar becas para estudiantes nacionales. Instituciones de élite como Columbia y universidades públicas como la Estatal de Arizona han visto cómo los retrasos en los visados ya están afectando sus números de inscritos.
Más allá de la cuestión financiera, el declive de la matrícula internacional implica una pérdida de talento global. Como señala Wendy Wolford, vicerrectora de la Universidad de Cornell, muchos de estos estudiantes son «literalmente algunos de los mejores del mundo». Además, se pierde la valiosa oportunidad de intercambio cultural, que enriquece tanto a los estudiantes extranjeros como a los nacionales, promoviendo la buena voluntad hacia Estados Unidos.
La justificación del gobierno y la respuesta legal
La administración Trump ha argumentado que las nuevas políticas responden a preocupaciones de seguridad nacional, alegando que algunos estudiantes extranjeros podrían estar involucrados en espionaje académico o que ocupan plazas universitarias que deberían ser para ciudadanos estadounidenses. En este contexto, se han tomado medidas extremas, como la revocación de más de 6,000 visados y la suspensión de la expedición de nuevos visados en momentos de alta demanda.
Estas acciones han sido criticadas y calificadas por grupos de derechos humanos como antidemocráticas, e incluso han sido impugnadas en los tribunales. Abogados especializados en la Primera Enmienda han señalado que las deportaciones basadas en opiniones políticas violan los derechos de libertad de expresión, un derecho que debería proteger tanto a ciudadanos como a no ciudadanos. Aunque algunos de los estudiantes expulsados han sido readmitidos, la incertidumbre y el temor persisten.
La incertidumbre como factor de disuasión
El endurecimiento de los procesos, que ahora incluye una revisión más rigurosa de las redes sociales de los solicitantes, ha vuelto el proceso de obtención de visado más lento e impredecible. Para estudiantes como Noushin, una doctoranda iraní en ingeniería química, la espera por una respuesta se ha convertido en una fuente de profunda ansiedad. Ella y otros cientos de estudiantes se sienten castigados por su origen y sus supuestas creencias políticas, a pesar de que su trabajo académico es apolítico y, en algunos casos, crucial para proyectos de investigación con financiamiento gubernamental estadounidense.
Esta incertidumbre está llevando a muchos estudiantes a reconsiderar sus opciones y a buscar alternativas en Europa o Asia. Las universidades estadounidenses, en un intento por mitigar el problema, han ofrecido a los estudiantes comenzar sus estudios en campus internacionales, pero esta opción ha tenido una acogida limitada, ya que el principal objetivo de los estudiantes es acceder a la educación que ofrece el propio país. El abrupto cambio en las «reglas del juego» ha erosionado la confianza de los estudiantes internacionales, y la educación superior estadounidense podría pagar un alto precio por ello.

