Orientación escolar

“Equipos de Orientación”, peldaños para crecer y SER

Ideas acerca del equipo de orientación escolar y su relación con el resto de la comunidad educativa

Referirnos al trabajo de los equipos de Orientación Escolar en las instituciones educativas nos conduce a valorar la actividad de sus integrantes, junto al resto de los miembros de la comunidad educativa, pudiendo dejar la mejor huella posible en el crecimiento y formación del sujeto en formación.

Cada adulto, integrante de esa comunidad, desde su ser persona y su entrega, desde su rol y su función, forman   la comunidad educativa que los identifica y caracteriza.  Y es así como la acción de cada participante de la comunidad se vivencia como replicante en el otro, se debate, se tienen diferencias,  se comparte, se acuerda, se logran consensos, siendo indispensable la relación cara a cara, constituyéndose en   un trabajo sobre el “otro” desde uno mismo. Difícil… y a la vez desafiante y apasionante.

Las vivencias llevan a que cada actor del Servicio asuma su trabajo con:

  • Profesionalismo siendo capaz de producir el trabajo de manera autónoma, en otras ocasiones colaborativo, y previsible en contextos diferentes desde el rol que corresponde a su formación académica, y en reiteradas ocasiones su límite se desdibuja y se mezcla con otros roles porque la urgencia no da tregua, no espera.
  • Sentido de pertenencia a una institución con identidad y a un equipo de trabajo interdisciplinario formado por profesionales, que, desde el rol asumido, de acuerdo con la formación académica alcanzada, forman un equipo de trabajo compartido, debatido, deliberado, consensuado.
  • Personalidad: que hace a cada integrante un ser único e irrepetible, capaz de afrontar las situaciones que se presenten, generar alternativas de respuestas, aportar al equipo de gestión y tomar decisiones valiosas para la formación de los estudiantes y los equipos de trabajo.  
  • Sentido colaborativo dando continuidad a las acciones acordadas de acuerdo con las características, condiciones e identidad de los estudiantes, en el marco de la identidad institucional, que contribuirá a la formación integral de los estudiantes y colaborará con los docentes en las aulas, entendidas como espacios cerrados o abiertos.  

Lo expuesto hasta aquí a veces se ve afectado por la trama de la escuela que ejerce efectos diferentes en cada integrante como el personal directivo, docente, administrativo, alumnos, padres, que implican a veces logros, en otros retrocesos o ritmos de trabajos inesperados o resultados difusos. Se puede trabajar este concepto haciendo alusión a Téllez que sostiene que hoy “la    trama del sentido de la educación moderna está rota” (1) más allá de que aún pervivan en las instituciones educativas ciertas formas de pensar y muchas prácticas conforme a sus principios. Esa trama institucional ha pasado a lo largo de la historia por diferentes corrientes pedagógicas, siendo a partir del año 2000   el Pensamiento Complejo y el Enfoque por Competencias, lo que genera una nueva manera de formar, de interactuar, de enseñar, de aprender, de evaluar, de acreditar, de valorar…

Esto hace que se instale una y otra vez la pregunta por el papel de la educación y de sus actores en el presente. Y nos encontremos frente a una paradoja: por un lado, el aumento de sensación de impotencia para dar respuestas a las diversas demandas que se presentan y que implican las transformaciones en el presente, y por otro lado los discursos que ven en la educación el eje y el motor indispensable para todas las transformaciones políticas, sociales, culturales, económicas…

Frente a esta paradoja y el consecuente malestar que produce, Téllez nos advierte que “no se trata de restituir sentidos totalizadores”.

Nos invita a desembarazarnos de las respuestas establecidas, generando la posibilidad de inventar nuevas relaciones de sentido cuya irrupción rompa la trama impuesta por el mito de la fabricación del otro (Meirieu. 2002).

Si analizamos la realidad cotidiana de la trama de la escuela y la ejemplificamos nos encontramos que la tarea se caracteriza por:

  • Docentes que se acercan al Servicio de Orientación para ser atendidos por la Psicopedagoga o la Coordinadora del curso, o disponen juntos de momentos para el intercambio de experiencias, sugerencias.
  • Servicios de Orientación que no encontraron aún los canales de comunicación para compartir y difundir su misión, sus acciones, su estilo de trabajo, su sentido en la escuela actual. Y que pueden aún buscando modos de retroalimentación entre el personal de la escuela y el equipo de orientación.
  • Docentes que de acuerdo con sus funciones no siempre conocen el valor, el significado, el impacto que puede producir el servicio de orientación en la escuela.
  • Coordinadores de Áreas que les cuesta difundir la ayuda y los aportes del Asesor Pedagógico para dinamizar y actualizar la enseñanza y el aprendizaje de acuerdo con los cambios actuales.
  • Directivos que solicitan al servicio de orientación acciones que a veces no corresponden al sentido de su existencia en la escuela.
  • Perceptores que requieren de la asistencia y mirada de integrantes del servicio de orientación, y en reiteradas ocasiones son muy buenos en su tarea colaborando para la contención de los estudiantes.
  • Padres que asisten a la Escuela a pedir ayuda para acompañar a sus hijos en su formación, compartiendo hasta situaciones extremas.  
  • Alumnos que son atendidos porque no comprenden o necesitan dialogar sobre las normas de convivencia de la escuela o alguna situación que los preocupa.
  • Otras situaciones variadas y complejas que se dan en las jornadas diarias de las escuelas y las comunidades en las que se encuentran.

Ante lo planteado y otras tantas peticiones más que recibe a diario el personal de los servicios de orientación, se evidencia que   se esfuma el verdadero rol de cada uno de los integrantes de este en pos de una finalidad general: “atender al otro para lograr su inclusión con calidad.”

Lo que sucede es que se actúa, como se dice muchas veces, “apagando incendios”, movidos por urgencias y apremios y así se torna difícil trabajar, pero no imposible, con los alumnos que manifiestan la necesidad de atención, con aquellos que en el servicio se han denominado “alumnos invisibles”, porque si bien tienen excelente conducta, rendimiento académico satisfactorio, sus vidas personales sufren avatares y necesidades ocultas.

Ante lo planteado es necesario remarcar la presencia efectiva y afectiva de los integrantes del servicio, cada uno desde su rol, ya sea en el aula estando más tiempo con los alumnos y con los profesores en las prácticas cotidianas, con los preceptores en todos los espacios que comparten experiencias con sus alumnos, con los directivos acompañando y asesorando en la gestión institucional.

Lo expuesto lleva a concluir que es necesario tener y compartir como escuela un proyecto común, y alejarse de la idea que el servicio “todo lo resuelve. Hay que reforzar la idea del trabajo en equipo, del trabajo en red. Hay que fortalecer la idea que expresa que de cada crisis se aprende, se construyen nuevos senderos en los que se encontrarán salidas alternativas para superar los momentos difíciles, escuchando, debatiendo, conteniendo, aprendiendo juntos.

Una crisis sólo se vuelve catastrófica si se responde por medio de ideas ya hechas, es decir por medio de prejuicios. No sólo tal actitud vuelve la crisis más aguda, sino que incluso hace pasar de largo la experiencia de la realidad cotidiana, y es allí donde se corre el riesgo de perder la ocasión de reflexionar juntos y construir respuestas acordes a la realidad educativa que se comparte.  Hoy están conmocionadas las representaciones, los significados, los sentidos… hay que imaginar y construir otros que den sentido a la vida, presente y futura, de quienes forman parte de las instituciones educativas.

  • Tellez. La trama rota del sentido”, en Hilos y laberintos: irrupciones pedagógicas, Madrid, Miño y Dávila.
  • Meirieu.

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Miriam Palazzini

Lic. y Prof. en Ciencias de la Educación - Directora en Nivel Secundario - Asesora Pedagógica en Supervisión N° 6 DGE

Mónica Patricia Salomón

Lic. y Prof. en Ciencias de la Educación - Doctoranda en Educación - Rectora, Regente y Directora de escuelas de gestión pública y privada - Asesora Pedagógica

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