Inteligencia Artificial en la educación

Desinformación afectiva y presencia rota: pedagogía crítica ante la hiperrealidad generada por IA

La inteligencia artificial (IA) ha revolucionado no solo los modos de producción de contenido, sino también las formas en que sentimos, interpretamos y nos vinculamos. Imágenes, videos, voces y relatos generados algorítmicamente circulan con tal grado de verosimilitud que no solo desafían la veracidad de la información, sino que desestabilizan el anclaje emocional del sujeto. En este contexto, emerge un nuevo tipo de manipulación, no centrado exclusivamente en lo cognitivo o en lo factual, sino en la afectividad. A este fenómeno lo propongo nombrar como desinformación afectiva.

Esta noción refiere al modo en que ciertos contenidos artificiales, hiperrealistas y emocionalmente orientados, operan como catalizadores de reacciones intensas sin anclaje ético ni relacional. No se trata simplemente de fake news, sino de narrativas que apelan directamente a la sensibilidad del espectador para generar vínculos ilusorios, empatías automatizadas o adhesiones ideológicas afectivas.

Desde un enfoque crítico y situado en el campo educativo, este artículo busca explorar cómo la IA produce “presencias rotas” y “vínculos placebo”, afectando profundamente la subjetividad contemporánea. A su vez, propone una pedagogía crítica capaz de formar sujetos lúcidos, capaces de resistir la hiperrealidad digital y de sostener vínculos éticos en la era del algoritmo. En este sentido, se entiende a la educación como un campo de disputa simbólica y política, donde también se configuran los modos de sentir, vincularse y ejercer el poder.

La desinformación ya no es solo cognitiva

A diferencia de la desinformación tradicional, que opera sobre el contenido y su veracidad, la desinformación afectiva actúa sobre la experiencia emocional del sujeto. Ya no se trata de corregir datos falsos, sino de detectar afectos manipulados. Esta nueva forma de control simbólico apunta directamente a la dimensión emocional del sujeto, moldeando creencias, percepciones y vínculos desde lo sensible.

La IA permite generar testimonios falsos con carga emocional creíble, imágenes conmovedoras sin referente real o videos de conflictos bélicos que activan el miedo colectivo. Todo esto circula como experiencia emocional, no como argumento. Lo que se distorsiona no es solo “lo que se cree”, sino cómo se siente el mundo. En contextos educativos, este tipo de contenido circula entre estudiantes sin mediación crítica, conformando afectividades comunes artificialmente inducidas.

Siguiendo a Jean Baudrillard, podríamos decir que asistimos a un eclipse de lo real en favor de lo “más real que lo real”: una hiperrealidad emocional fabricada, que suprime la necesidad de interpretación crítica. La información ya no se busca comprender; se busca sentir. La educación tiene aquí un rol crucial: desenmascarar las estructuras de poder que diseñan estas sensaciones prefabricadas, promoviendo una alfabetización mediática que contemple tanto lo cognitivo como lo afectivo.

Presencias rotas y vínculos placebo

Inspirado en el pensamiento de Zygmunt Bauman, propongo hablar de vínculos placebo para referirnos a aquellas relaciones artificiales generadas en contextos digitales por medio de IA, que simulan contacto, empatía o acompañamiento, pero que carecen de densidad ética o afectiva.

La desinformación afectiva genera lo que denomino presencias rotas: formas de compañía que operan desde la saturación visual, sonora o textual, pero que no permiten el encuentro. El sujeto se siente acompañado, pero no tocado; involucrado, pero no implicado. En entornos escolares, estas formas de vínculo también contaminan las dinámicas interpersonales: amistades forjadas desde simulacros, identidades construidas por algoritmos, subjetividades moldeadas por plataformas.

En este sentido, el otro se vuelve imagen, no interlocutor. Se desvanece el espacio del diálogo, de la alteridad, del disenso. Como advierte Byung-Chul Han, nos enfrentamos a una “violencia de la positividad” que borra la otredad en favor de una conexión superficial, siempre disponible pero jamás comprometida. El sistema educativo, como espacio de formación de ciudadanía, debe resistir estas lógicas desde prácticas pedagógicas que devuelvan espesor ético a los vínculos humanos y reconozcan el poder como elemento constitutivo de toda relación.

La escuela como territorio de resistencia

Frente al avance de la desinformación afectiva, la escuela puede y debe convertirse en un espacio fundamental para la reconstrucción del pensamiento crítico y el cultivo de subjetividades éticas y sensibles. Esto exige integrar de manera transversal el enfoque de alfabetización mediática y afectiva en los currículos escolares, entendiendo que la capacidad de discernir no es solo técnica, sino también emocional, política y relacional.

En consonancia con los marcos de ciudadanía digital propuestos por UNESCO y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (particularmente el ODS 4, que aboga por una educación de calidad inclusiva y equitativa), es fundamental que las instituciones educativas propicien espacios donde los y las estudiantes puedan analizar los discursos mediáticos, cuestionar las emociones que despiertan y construir respuestas propias ante la saturación de información artificial.

Esto implica también repensar la formación docente para que los educadores puedan acompañar estas experiencias desde una pedagogía del cuidado, del tiempo lento y del diálogo. La recuperación del aula como espacio de presencia plena y de producción colectiva de sentido es, en este marco, una forma de resistencia. El vínculo pedagógico debe fortalecerse como antídoto contra la simulación, revalorizando la palabra compartida, la corporalidad, el disenso argumentado y el reconocimiento del otro como sujeto pleno.

La escuela, en tanto institución pública, es también escenario de disputas de poder sobre qué y cómo se enseña, qué emociones se legitiman y qué cuerpos se silencian. Es por ello que la lucha contra la desinformación afectiva no puede disociarse de una lucha más amplia por una educación emancipadora que habilite a los sujetos a reconstruir su sensibilidad y su criterio en un mundo saturado de estímulos prefabricados.

Conclusión

La desinformación afectiva plantea un desafío radical para la educación, la comunicación y la democracia. No basta con regular contenidos falsos; hay que formar sujetos éticamente situados, emocionalmente lúcidos y capaces de resistir el espectáculo de la hiperrealidad.

La IA, en tanto artefacto cultural y político, debe ser abordada no solo desde la técnica, sino desde la subjetividad. Frente a la seducción de lo artificial, la pedagogía crítica puede devolvernos la posibilidad de un vínculo real, de una presencia genuina, de una verdad compartida.

En este escenario, la educación cobra centralidad como campo estratégico de transformación social. Solo una escuela crítica, sensible y politizada puede asumir el reto de formar sujetos capaces de desmontar los dispositivos de poder que hoy se disfrazan de neutralidad tecnológica. Formar para resistir no es solo enseñar a identificar lo falso, sino a reconocer qué sentimos, por qué lo sentimos, y a quién le sirve esa emoción prefabricada. Ahí reside el corazón de una pedagogía crítica ante la era de la desinformación afectiva.

Referencias

  • Bauman, Z. (2003). Modernidad líquida. FCE.
  • Baudrillard, J. (1991). La ilusión y la desilusión estéticas. Anagrama.
  • Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI.
  • Han, B. C. (2014). La sociedad de la transparencia. Herder.
  • Kristeva, J. (1988). Poderes de la perversión. Siglo XXI.
  • San Martín Ortega, J. M. (2025). Presencias rotas: vínculos humanos en la era del rendimiento (en preparación).
  • Segato, R. (2018). Contra-pedagogías de la crueldad. Prometeo.
  • UNESCO. (2021). Marco de competencias de los docentes en materia de TIC.

Declaración de uso de inteligencia artificial

Declaro que en la elaboración del presente artículo he utilizado herramientas de inteligencia artificial generativa, en particular ChatGPT (OpenAI), como apoyo en la redacción, estructuración y revisión estilística del texto. Las ideas centrales, enfoques teóricos, conceptos originales y selección de referencias son de autoría propia. El uso de IA fue exclusivamente asistencial, respetando criterios de integridad académica y autoría reflexiva.

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José San Martín

José Manuel San Martín Ortega es Profesor de Derecho, Director Interino del Liceo de Lascano y docente en el Consejo de Formación en Educación (Uruguay). Actualmente cursa un Máster en Educación. Especializado en innovación pedagógica, inclusión y cultura digital, ha desarrollado proyectos premiados a nivel nacional e internacional, como la Feria de Culturas Alternativas y el centro Guardia del Este, articulando arte, tecnología y educación con fuerte impacto territorial.

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