La Educación Técnica y Tecnológica en Ecuador: entre desafíos y oportunidades

La educación técnica y tecnológica superior en Ecuador (ETTSE) se encuentra en un momento crucial de su desarrollo. Tras más de una década de reformas y transformaciones, este sector educativo, vital para el desarrollo productivo del país, enfrenta tanto desafíos significativos como oportunidades prometedoras que merecen una mirada cercana y objetiva. Pero ¿es relevante dedicar tiempo y ocuparse de la ETTSE? ¿Qué implicancias tiene la misma para el país? ¿Qué valor le otorga el ciudadano a este tipo de formación? Procuraré ir dando respuesta a estas interrogantes centrado en los porqués y en las circunstancias actuales de los Institutos Superiores Técnicos y Tecnológicos (ISTT).
Un poco de historia sobre un sistema en transformación
Como analista del sistema de educación superior, he sido testigo de los cambios sustanciales que ha experimentado la ETTSE. El Sistema de Educación Superior ecuatoriano reconoce a los Institutos Superiores como parte de este. con la Reforma a la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES) en el 2018, se comienzan a reconocer los títulos de tecnólogos como de tercer nivel con la posibilidad de tener acceso a las maestrías tecnológicas, una opción de formación de postgrado bastante reciente y que apunta a dar continuidad en el desarrollo académico a quienes optaron por la opción de la formación en ETTSE.
Ante la pregunta que se centra en su relevancia, hay que señalar que la formación técnica y tecnológica recobra importancia como una estrategia crucial en el desarrollo económico, productivo y social del país. No es poca cosa esto.
Los números hablan
Los ISTT ofrecen formación de nivel terciario no universitario. De acuerdo con el Consejo de Educación Superior-CES, existen 206 ISTT en Ecuador, de los cuales 145 son particulares y 61 públicos, esto con corte a octubre de 2024.
Si nos preguntamos qué tan atractiva resulta la formación en los ISTT, las cifras actuales nos pintan un panorama que invita a la reflexión: cifras de Senescyt indican que apenas el 12% de los estudiantes de educación superior en Ecuador optan por carreras técnicas y tecnológicas. Este porcentaje, significativamente menor al de países vecinos como Colombia (33%) o Perú (28%), sugiere que aún existe un largo camino por recorrer en términos de valoración social y atractivo de estas opciones educativas.
La deserción estudiantil, que supera el 40% en programas de ETTSE, representa otra señal de alarma. Nuevas interrogantes se presentan: ¿Qué está fallando en nuestro sistema? ¿Por qué tantos jóvenes abandonan sus estudios técnicos? ¿Tendrá que ver esto con el horizonte de futuro personal o el desconocimiento sobre el sistema? ¿Qué estamos haciendo para fortalecer la presencia estudiantil en los ISTT? Los estímulos existen, y durante 2023 y el 2024, el Gobierno ecuatoriano ofreció más de 20.000 becas para cursar estudios en ISTT. También hay que señalar que, aunque la oferta ha sido pública, existe resistencia para capitalizar esta opción de beca y financiamiento de parte de los jóvenes y sus grupos familiares.
Calidad y pertinencia: asignaturas pendientes
Como todo sistema de reciente creación, no todo es color de rosas. De conversaciones con representantes de diversos ISTT del país, se desprende una realidad preocupante: las instituciones operan con laboratorios desactualizados, y un porcentaje alto requiere una renovación urgente de su equipamiento tecnológico. Esta situación resulta particularmente crítica en un mundo donde las empresas demandan profesionales cada vez más capacitados en herramientas tecnológicas.
El cuerpo docente también enfrenta retos importantes. SENESCYT (2023), menciona que sólo el 35% de los docentes de ISTT tienen experiencia laboral reciente en su área de enseñanza. El 45% de los profesores en el área técnica carecen de formación pedagógica específica, y el 60% trabajan en modalidad de tiempo parcial. Esto dificulta la consolidación de equipos académicos estables y el desarrollo de proyectos de investigación aplicada.
La brecha entre academia y empresa
Uno de los desafíos más significativos es la persistente desconexión entre la formación técnica y las necesidades reales del sector empresarial. Los datos son reveladores: datos de empleabilidad indican que solo el 55% de los graduados técnicos encuentran empleo en áreas relacionadas con sus estudios en el primer año después de su graduación. Las empresas, reportan dificultades para encontrar técnicos con las competencias específicas. Esta brecha sugiere la necesidad de fortalecer los vínculos entre los ISTT y el sector productivo, quizás a través de la formación dual o prácticas profesionales robustas.
Esfuerzos de parte de SENESCYT y la actual iniciativa del CES en torno al impulso de los clústeres académicos-productivos, son estrategias para lograr pertinencia y articulación entre los ISTT y las demandas del gobierno, los sectores productivos y la empresa. Conviene apostar por el éxito de estas iniciativas y su impacto en el empleo joven del Ecuador.
Distribución geográfica y acceso
La concentración de la oferta educativa técnica en zonas urbanas representa otro desafío significativo. Las provincias más alejadas de los centros metropolitanos enfrentan una escasez crítica de opciones de formación técnica de calidad. Esta realidad limita las oportunidades de desarrollo para miles de jóvenes.
Señales de esperanza
Sin embargo, no todo es desalentador. En los últimos años, he sido testigo de iniciativas prometedoras que podrían marcar el inicio de una nueva era para la ETTSE:
1. La apuesta del Estado y de los inversores particulares por la ETTSE.
2. La creciente implementación de programas de formación dual.
3. El desarrollo de nuevas carreras alineadas con la Industria 4.0 y la economía digital.
4. El impulso dado por el CES a la creación de institutos.
5. El fortalecimiento de los procesos de aseguramiento de la calidad a través del CACES.
6. El impulso al programa de becas.
7. La aparición de convenios internacionales y la adopción de mejores prácticas.
El camino hacia adelante
Considero que el futuro de la ETTSE dependerá de nuestra capacidad para abordar varios frentes simultáneamente:
Primero, es necesario contar con gerentes académicos de calidad, que impulsen y vitalicen el sistema más allá de los burocratismos. Este tipo de educación se orienta a satisfacer demandas en términos de innovación y mercado. El gerente tradicional circunscrito a la mentalidad de principios del siglo pasado no es lo que conviene para la evolución en el sector. La disrupción y la formación de estos cuadros directivos es necesaria.
Segundo, es fundamental renovar la infraestructura y el equipamiento de los institutos técnicos. No podemos pretender formar técnicos del siglo XXI con herramientas gastadas del siglo XX y con limitaciones estructurales que penalizan el desarrollo de los estudiantes.
Tercero, debemos invertir significativamente en la formación y actualización del personal docente. La calidad educativa está intrínsecamente ligada a la calidad de nuestros profesores, que son quienes generan valor de entrada al sistema. Si asumimos de entrada un referente exitoso como los Colegios comunitarios estadounidenses (Community Colleges), allí es común encontrar profesores con amplia experiencia en la industria, mientras en Ecuador, según datos de la SENESCYT (2023), sólo el 35% de los docentes de ISTT tienen experiencia laboral reciente en su área de enseñanza. De esto se desprende una necesaria revisión de los perfiles, las competencias y las funciones docentes, que deben marchar en sincronía con el mentado Know how, tan de moda en el análisis organizacional y que se centra en “el saber hacer” o “conocimiento sobre cómo hacer algo”, que se ha constituido en uno de los mayores activos de una organización.
Cuarto, es crucial estrechar los lazos con el sector productivo. La formación técnica no puede diseñarse ni implementarse de espaldas a las necesidades reales del mercado laboral. La pertinencia con base en la demanda de mano de obra y la realidad de la matriz productiva resulta esencial para la sostenibilidad del sistema.
Quinto, necesitamos trabajar en la valoración social de la formación técnica. Países con sistemas educativos exitosos como Estados Unidos, República de Corea, Israel, Alemania o Suiza, han demostrado que la educación técnica puede y debe ser una opción de primera categoría, y no solo un plan B. Siempre conviene a los países emergentes intentar igualar a los de arriba sin olvidarnos de dónde venimos.
El telón a medio cerrar
La educación técnica y tecnológica en Ecuador se encuentra en un punto de inflexión. Los desafíos son significativos, pero también lo son las oportunidades. El éxito futuro del sistema dependerá de nuestra capacidad como nación para articular esfuerzos entre gobierno, Estado, instituciones educativas y el sector productivo.
Como sociedad, debemos comprender que fortalecer la ETTSE no es solo una cuestión educativa, sino una estrategia fundamental para el desarrollo económico y social del país. El momento de actuar es ahora. Nuestros jóvenes y el futuro productivo del Ecuador no pueden esperar.