Educación

Educación Inclusiva, un camino lleno de oportunidades

La Educación inclusiva llegó para quedarse. Con otras formas de entender las diferencias y con experiencias que presentan distintas posibilidades de ejecución y grados de complejidad.

La Educación inclusiva tiene una gran misión: igualar oportunidades, compensar dificultades, facilitar la producción pedagógica y lograr que, de acuerdo con las características propias, cada niño alcance un funcionamiento eficaz dentro del aula.  

Quienes integramos este fascinante mundo y trabajamos bajo este enfoque, estamos plenamente convencidos que los entornos educativos son lugares en los cuales los recorridos escolares, pueden entrecruzarse. 

Padres, docentes y profesionales, desplegamos acciones concretas, tendientes a lograr que TODOS puedan apropiarse de los saberes de una manera singular.

Hoy las puertas de las escuelas se abren a lo heterogéneo haciendo posible lo que hasta hace algunos años era sólo una fantasía sea ahora algo improbable.

Estudiantes, niños y jóvenes, presenten o no algún déficit, tienen legítimo derecho a transitar juntos la escolaridad. 

Y es a partir de este nuevo paradigma planteamos propuestas amplias, adaptables y flexibles.

Una nueva mirada transforma las limitaciones en el aprendizaje, en desafíos para la enseñanza. Las aulas se convierten en ámbitos en los que circulan acompañantes de apoyo, maestras integradoras, estrategias didácticas, recursos, andamiajes que respetan individualidades y condiciones diversas. 

Desde el momento en el que la Institución Educativa resuelve poner en marcha procesos de Inclusión está tomando una valiosísima decisión: Transformar el contexto para que los miembros que componen esa comunidad puedan alcanzar mayores logros tanto académicos como sociales. 

Entonces, ¿por dónde se debería comenzar?

En primer lugar, cuando se empieza a construir el P.E.I. (Proyecto Educativo Institucional) es conveniente hacerlo en dos niveles: individual y situacional. 

Esto significa que, por un lado, se contemplen los factores intrínsecos de la persona: biológicos y culturales. Además, de su perfil cognitivo, sensorial, motor, afectivo.

Y, por otro lado, se consideren los factores extrínsecos que dependen de las posibilidades reales y condiciones que tiene cada escuela para poder recibir a ese individuo.

Juntos, familia, equipos de conducción y orientación, asesores, maestros, acompañantes que asisten a la persona y todos aquellos agentes que rodean al niño, asumirán el compromiso de enfrentarse a un horizonte desconocido, en un escenario de trabajo interdisciplinario y de participación activa.

Se fijarán metas alcanzables, viables y se habilitarán “otros permisos”, con el fin de hacer todo para sostener trayectorias educativas de estudiantes con distintas necesidades. 

Así, progresivamente, cada escuela irá abriendo nuevos espacios en los que algo diferente sucederá, surgirán inquietudes, se plantearán temores, preocupaciones, expectativas, obstáculos. Y a partir de los mismos, se formularán los interrogantes que son el motor que invite a la reflexión y a la búsqueda de soluciones posibles a los conflictos que se presenten. 

Será necesario dimensionar las problemáticas identificadas, comprender los malestares y establecer canales de comunicación para aliviar las tensiones que puedan aparecer.

Habrá certezas y también incertidumbre.

Pero entendiendo que este camino que se está emprendiendo, no es solitario. Es compartido con otros. Dado que aquí, debemos pensar al “nosotros” como la idea primordial. 

Es en este encuentro, donde se irán gestando y armando estas formas diferentes de mirar, de evaluar, de implementar, de producir acciones destinadas a reconocer y aceptar a cada individuo.

En un segundo momento, se planificarán las adaptaciones metodológicas y curriculares. Se definirá si se simplifican o se eliminan contenidos, se determinarán los ajustes y las intervenciones, se diseñarán todos los recursos que se consideren pertinentes teniendo en cuenta las fortalezas y limitaciones para, principalmente, promover la inclusión social.

¿Es una tarea sencilla? No. Es una labor que implica un esfuerzo cotidiano. 

¿Por qué? Porque como asegura el autor Carlos Skliar: “…esos otros diferentes son iguales frente a lo que se enseña, pero distintos frente a lo que se aprende”.

 Las nuevas prácticas son una realidad. Vale la pena sumarse. 

(1)

Vanina Krakovsky es:

  • Psicopedagoga especialista en el diagnóstico, atención y tratamiento de niños y jóvenes con desafíos en el desarrollo y discapacidad.
  • Asesora en Instituciones Educativas en áreas de Inclusión Escolar. 
  • Integrante de equipos de orientación y capacitación a profesionales, docentes y acompañantes de apoyo, en los distintos niveles de enseñanza. 

Creadora del Kit Inclusivo, marca que se dedica al diseño de láminas didácticas con información visual para elaborar las adaptaciones y promover un mejor acceso de los estudiantes a los contenidos curriculares. Ver  www.cienciaparaelasombro.com

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