Internacionalización de la educación

Habilidades blandas como valor añadido en los centros educativos

Habilidades blandas frente a la inteligencia artificial

Acabo de regresar de un importantísimo congreso internacional de educación donde un grueso importante de la agenda pivotaba alrededor del impacto de la Inteligencia Artificial en el sector de la formación en cualquiera de sus niveles. De hecho, si cada vez que escuchaba la palabra “reto”, “desafío” o “amenaza” hubiera tenido que tomar un shot de tequila, posiblemente no había superado la segunda ponencia. Y es que la Inteligencia Artificial está de moda en foros, congresos, webminars y cualquier encuentro educativo que se precie, con decenas de expertos visionarios capaces de vislumbrar cuál es el futuro de la educación. Supongo que se habrán reciclado de cuando se profetizaba que la realidad aumentada sería la herramienta metodológica del futuro. No lo ha sido, pero qué más da.

La verdad que yo no soy experto en Inteligencia Artificial, pero sí en planificación estratégica, así que agarré desprevenidos a todos haciendo una ponencia sobre la importancia de las habilidades blandas (o soft skills) y cómo seguro – y no me equivoco – serán vitales para los seres humanos que estamos actualmente formando en cuanto a su desarrollo personal, social y profesional.

Y es que la Inteligencia Artificial, que obviamente ha llegado para quedarse, tendrá un papel predominante en la enseñanza del futuro para la consolidación de las habilidades técnicas de los estudiantes, y no tendrá mayor inconveniente – si se usa como medio y no como fin – que la aparición de la máquina de escribir, la computadora, el internet y otros elementos que se han venido incorporando al portafolio pedagógico para conseguir mejores estrategias en el proceso enseñanza-aprendizaje.

Joseph Fuller, profesor de Harvard, dijo no hace muchos meses que las habilidades alcanzadas durante la infancia serán más determinantes para encontrar trabajo que la propia titulación universitaria. Ello no quiere decir que la titulación no sea importante – de hecho, es vital poseer conocimientos técnicos para conseguir trabajo – pero en la actualidad, y cada vez más, la capacidad de trabajo en equipo, adaptación al cambio, manejo de crisis, inteligencia emocional, empatía (dirigida a organizaciones), etc, son esos valores, ya no tan añadidos sino tan importantes como los conocimientos académicos, que diferenciarán y marcarán la diferencia entre un candidato u otro a un puesto de trabajo.

Por supuesto, ante la luz de la oportunidad, la gran parte de las instituciones educativas enriquecen su oferta académica mediante la incorporación – bien en su currículo complementario como en extraescolares – de materias como emprendimiento, liderazgo, oratoria o habilidades interpersonales. Del mismo modo, los planteles docentes se capacitan cada vez más en estos aspectos de forma que puedan no sólo impartir esas materias sino también para incorporar estas habilidades dentro de la cultura organizacional de la empresa y de sus procesos.

Pero como siempre, el papel lo aguanta todo, y aunque cualquier institución educativa que se precie pueda aportar la formación en habilidades blandas, no siempre lo escrito se corresponde con la realidad. En primer lugar, porque existe una proliferación de formadores que ven las habilidades blandas desde un prisma excesivamente teórico y buenista que no atiende a los retos reales a los que tendrán que enfrentarse los equipos de trabajo y/o estudiantes. Porque el mundo social y el mundo laboral son cada vez más complejos y sólo tenemos que ver a nuestros estudiantes – y a nuestros docentes – cómo afrontan los problemas, cómo se expresan en público, cómo interpretan lo leído, cómo mantienen sus niveles de atención, etc. Eso, lamentablemente, no se arregla con unas sesiones de coaching hablando sobre las bondades de la resiliencia mientras se proyectan frases de Paulo Coelho y pedimos al auditorio que se agarre las manos. También es cierto que tampoco lo soluciona – aunque ayuda bastante más – creando espacios en la oferta académica para el desarrollo de algunas de esas habilidades teniendo muy en cuenta que no se puede “enseñar” a ser resiliente, intercultural o solidario.

Las habilidades blandas son un tema muy serio. Tan serio que debe no sólo estar escrito en el proyecto educativo institucional sino que, además, debe hacerse un control exhaustivo del cumplimiento de su enseñanza desde las más tempranas edades. Y esa enseñanza, aunque no venda tanto, no debe ceñirse a extraescolares o espacios curriculares, sino que debe ser incluida de manera transversal en todas las asignaturas y evaluarse de una forma discreta que sirva para que el aprendizaje de estas habilidades sea lo más espontáneo, natural y armónico posible. De esta forma, los estudiantes no sólo potenciarán esas habilidades que, en mayor o menor medida, las tendrán latentes de forma innata, sino que producirán un efecto multiplicador sobre el ADN del colegio y será entonces cuando habrá una coherencia entre lo que está escrito y el resultado pretendido.

La Inteligencia Artificial sin duda será importante en todas las instituciones, pero no deja de ser una cuestión económica. Aquellos colegios con más ingresos podrán hacer mayores inversiones en capacitaciones, software, etc, y sin duda crearán una brecha con los centros que no puedan encarar esos gastos. Pero lo bueno de todo esto es que educar en habilidades blandas es algo gratis. Complejo, como hemos visto, pero gratis. Simplemente hay que sentarse y recapacitar “¿qué tipo de seres humanos quiero que mi colegio aporte a la sociedad?” y crear una estrategia que, a partir de esa implementación de habilidades intra e interpersonales, pueda suponer un valor no sólo a la sociedad donde esté implementada la institución, sino que los estudiantes también sean embajadores de valores en un mundo globalizado.

En definitiva, no sé si la Inteligencia Artificial ha llegado para quedarse, pero ante el temor de si las computadoras acabarán comportándose como humanos, nosotros como educadores tenemos el desafío de la que los humanos de las próximas generaciones no terminen comportándose como máquinas.

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Alfonso Algora

Consultor Educativo Internacional (www.alfonsoalgora.com) contacto@alfonso.algora.com Vicepresidente MBC Group Director Ejecutivo Red Iberoamericana de Educación (RIE) Miembro de REDIE

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