¿Dónde estamos posicionados? ¿Cuál es nuestra búsqueda? ¿Cuáles son nuestros irrenunciables? ¿Cuáles son nuestros valores y pilares que guían nuestro proyecto educativo? ¿Qué acciones deberíamos emprender para alcanzar lo que nos proponemos? ¿Con qué recursos contamos para lograrlo?… Son interrogantes se presentan de manera precipitada en la gestión de nuestros colegios a diario. Una gestión que requiere rápidas respuestas a una realidad que se impone.
En un contexto que plantea el cambio como variable permanente y la innovación como variable central a considerar, las instituciones educativas se enfrentan a un desafío significativo: plantear un proyecto institucional concebido desde su esencia con un enfoque estratégico, que le permita arribar a las metas propuestas en el marco de su ideario institucional.
Contar con una planificación estratégica les permite a las instituciones educativas arribar a un desempeño superador. Este modelo de trabajo genera beneficios marcados en los vínculos con los stakeholders internos y externos del centro educativo emprendiendo un camino de beneficio mutuo. Por otro lado, optimiza las estructuras, políticas y procesos de trabajo, generando cambios en la cultura institucional.
Este camino no es un recorrido conocido para el común de las instituciones educativas. La construcción de la estrategia es un ejercicio de aprendizaje de la organización. Se debe hacer un recorrido para dar inicio a este proceso, que implica trabajar de manera comprometida desde la conducción hasta cada uno de los colaboradores de la institución. No hay otra forma de atravesar este ciclo. Si este se convierte en la aplicación de un procedimiento o protocolo repetido sin sentido, para sostener una imagen corporativa, no se obtendrán los resultados buscados y esto tendrá un costo importante sobre el equipo de conducción y la institución toda. Se hace necesario que todo el centro esté convocado en el PE, se apunta a que el proceso de planificación estratégica se integre como parte inherente de la cultura de la institución educativa. Esto implica más que simplemente llevar a cabo un ejercicio de planificación puntual; significa cultivar una mentalidad y una práctica continua de reflexión, análisis y acción orientadas hacia metas a largo plazo.
Convertir el planeamiento estratégico en una práctica arraigada, promueve una lógica de evaluación y rendición de cuentas, ofreciendo un marco sólido para la toma de decisiones. Se establecen indicadores claros de éxito y se monitorea regularmente el progreso hacia las metas establecidas, lo que permite identificar áreas de mejora y ajustar las estrategias según sea necesario. Es un compromiso con la excelencia, la innovación y el cumplimiento de la misión y visión de la institución en beneficio de toda su comunidad.
El rol del Equipo de Conducción Institucional será una pieza clave para poner en marcha todo este proceso de trabajo.
Dirigir y conducir la escuela invita a pensar de manera conjunta cómo orientar al equipo docente, a las familias y a nuestro centro -los alumnos -hacia la dirección que creemos más importante para la institución. Hacerlo implica generar las condiciones para construir un espacio común, atentos a la singularidad de cada escuela, sus tiempos, optimizando los procesos de planificación institucional. Debe existir un tiempo de encuentro, un tiempo de reflexión, de fijar compromisos de trabajo a futuro. Hacerlo permitirá lograr nuestras metas y darle sentido a nuestro trabajo cotidiano.
Para sumar tensión a esta necesidad, es una realidad que hoy el tiempo del directivo en una institución educativa se distribuye hoy entre múltiples dimensiones: pedagógica, administrativa, socio comunitaria entre otras. La atención sobre la planificación institucional es fundamental, ya que sin una reflexión del centro sobre esta cuestión se corre el riesgo de perder el foco. Lograrlo es complejo, la agenda de las instituciones y en especial la de los Equipos de Conducción no parece permitir un tiempo destinado a la tarea de “pensar la escuela”.
Al mismo tiempo el rol del líder es esencial en la creación y aplicación del plan estratégico, ya que se encarga de definir una visión clara, movilizar y alinear al equipo, distribuir los recursos, monitorear el avance y promover tanto el cambio como la innovación. Un liderazgo deficiente puede impedir que el plan estratégico logre su pleno potencial y se materialice en beneficios tangibles para la organización.
Por otro lado, desde el ejercicio de la tarea de movilizar a los colaboradores en función del logro de los objetivos, la comunicación es una pieza clave del proceso. El líder y a partir de él la institución toda, comunica con cada acción que emprende.
Dada la “imposibilidad” de no comunicar en los diversos ámbitos de una organización (cultura) y la sobredimensión de los aspectos emotivos de las “audiencias”, lograr una comunicación “estratégica” permite influenciar en las emociones de los stakeholders de modo tal de “moldear” sus percepciones para arribar al logro de los objetivos propuestos en el plan estratégico. La valoración (reputación) que los destinatarios y protagonistas otorguen al colegio y, en este caso, a las propuestas de mejora expresadas en el plan estratégico permitirá que sus acciones faciliten u obstaculicen el éxito del plan.
Dados los desafíos que ofrece el contexto actual vemos necesario fortalecer la formación de los equipos de conducción de los centros educativos en herramientas ligadas a la gestión institucional.
Notamos que si bien el foco de las políticas públicas ligadas a educación suele estar puesto en lo que refiere al acompañamiento de los equipos directivos en el marco normativo y las resoluciones que acompañan procesos pedagógicos, existen aspectos no contemplados, especialmente en lo que refiere a adquirir herramientas y desarrollar a nivel institucional políticas que acompañen la gestión. La planificación estratégica, el permanente análisis del entorno interno y externo, el desarrollo de políticas para acompañamiento, que permitan desarrollar y potenciar al equipo de trabajo de los centros educativos es aún un camino no recorrido o de incipiente desarrollo por parte de las políticas educativas públicas.
Dirigir y conducir la escuela invita a pensar de manera conjunta cómo orientar al equipo docente, a las familias y a nuestro centro -los alumnos -hacia la dirección que creemos más importante para la institución. Hacerlo implica generar las condiciones para construir un espacio común, atentos a la singularidad de cada escuela, su cultura, optimizando los procesos de planificación institucional. Debe existir un tiempo de encuentro, un tiempo de reflexión, de fijar compromisos de trabajo a futuro. Hacerlo permitirá lograr nuestras metas y darle sentido a nuestro trabajo cotidiano.
La formación en la herramienta de PE, es crucial para fomentar la innovación educativa y la mejora continua. Los líderes educativos capacitados en este tipo de herramientas de gestión están mejor preparados para identificar áreas de mejora, implementar cambios efectivos y adaptarse a las necesidades cambiantes de los estudiantes y la comunidad. En resumen, la PE es esencial para garantizar el éxito a largo plazo de los centros educativos, ya que contribuye a la eficiencia, la innovación y el liderazgo efectivo.
Resulta fundamental identificar las principales problemáticas y desafíos que surgen en la institución a la hora de generar un clima escolar que potencie el bienestar de todos los miembros de la comunidad. Más específicamente, poder seleccionar aquellas áreas puntuales, en donde desde el ejercicio de nuestro rol, sea posible incidir específicamente para una mejora.
Es necesario realizar un tránsito hacia el aprendizaje:
- Aprendizaje: en relación a la necesaria complementariedad en las dimensiones de abordaje de las problemáticas institucionales.
- Aprendizaje: en referencia a que la concepción estratégica se hace sublime desde una visión común que forja una comunidad de personas.
- Aprendizaje: sobre la calidad de la comunicación como un elemento altamente condicionante para el logro de los objetivos institucionales.
- Aprendizaje: de que existe un aporte genuino desde el mundo de las organizaciones empresariales y sociales, en relación a herramientas de gestión que permiten optimizar las metas de las instituciones educativas. Antes bien, es imprescindible incorporarlos debidamente transformados a la realidad de las escuelas.
Desde CNG proponemos llevar adelante este desafiante recorrido.