Tecnología educativa

Claves para mejorar la convivencia digital en las instituciones educativas

La transformación digital en pandemia

En el año 2020 estudiantes de los diversos niveles educativos empezaron a tener sus clases de educación formal en línea, lo cual implicó la adquisición de nuevas formas de comunicarse y aprender de las que no tenían experiencia. Sus usos de tecnología reducidos al entretenimiento, se ampliaron desplegando otras competencias. Habrá que investigar entonces qué impactos provocó esta mutación tan significativa en cuanto al desarrollo de la subjetividad y la sensibilidad técnica.

Ya sea para el ocio o el aprendizaje, actores sociales de todas las edades ampliaron las modalidades de vincularse con las herramientas digitales que permiten una comunicación sincrónica o asincrónica. Claro que hay diferencias en esas vivencias en cuanto a accesos a los dispositivos digitales y las posibilidades de tiempo para permanecer en línea. La pandemia puso aún más de manifiesto las desigualdades sociales y la brecha digital en Argentina al igual que en otras partes del mundo.

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Una primera distinción de la comunicación mediada por pantallas, es si la misma es de carácter sincrónico o asincrónico, es decir, si los actores que participan del acto comunicativo comparten o no el mismo tiempo. En lo sincrónico las videollamadas (por Zoom, Google Meet, Webex, Jitsi Meet, entre otras) fueron herramientas muy utilizadas por los educadores al permitir una comunicación fluida, que justamente por esa característica favorece un diálogo lo más parecido al que ocurre cuando se comparte el mismo espacio físico. No obstante, lo no verbal, el tacto o el olfato, son dimensiones ausentes en el acto comunicativo sincrónico mediatizado por las pantallas. Ello queda fuera, ofreciendo vínculos interpersonales que poseen otras cualidades. Es relevante remarcarlo, porque muchas veces se pierde de vista esta cuestión, más allá de otras problemáticas propias de la interacción sincrónica que ralentizan la comunicación como ciertas fallas en el audio o la imagen.

Si bien ni educadores ni educandos desearon la no presencialidad en el 2020 y actualmente en el presente ciclo lectivo en algunos establecimientos se ha avanzado en la puesta en práctica de modelos pedagógicos híbridos cuando las condiciones edilicias y sanitarias lo han permitido, quisiera ahondar en algunos aspectos de la comunicación virtual que suceden en el ámbito educativo, dado que ser habitante de la red no es tarea sencilla, sean los usuarios conscientes o no de ello. 

La vida de una persona es una totalidad, podemos establecer diferencias en cuanto a sus prácticas comunicacionales virtuales o no virtuales. A veces se confunde lo virtual con lo irreal, por carecer de materialidad. Como si se tratara de una ficción, lo que hace considerarla de menor calidad en relación a aquello que sucede entre los individuos cuando se comparte el mismo espacio físico. Esto es muy perjudicial, porque los lazos interpersonales se dan de ambas maneras, teniendo consecuencias en ambos casos. Lo virtual es tan importante como aquello que nos sucede cara a cara. 

Algunas variables como la ausencia de contacto físico, la soledad desde la que se interactúa, generan que en las comunicaciones en línea los participantes se comporten respecto a la ética de manera diferente a cómo lo harían cara a cara. No obstante, siempre hay que actuar de manera respetuosa y empática hacia los demás. 

Reglas de etiqueta para la vida educativa virtual

El hipertexto ofrece diferentes alternativas para el intercambio comunicacional: plataformas educativas virtuales, e-mails, foros, videollamadas, videos, material de lectura, cuentas institucionales en redes sociales, entre otras. Como se ha mencionado lo que se debe tener siempre presente es que la comunicación ocurre entre seres humanos, porque a veces el tocar teclas y pantallas, hace que el usuario pierda de vista que está interactuando con personas. No hay que olvidar el contexto institucional en que se lleva a cabo la comunicación y las características del destinatario.

Existen reglas de etiqueta para una buena convivencia digital que deberían trabajarse y acordarse con cada grupo de estudiantes, padres, docentes o directivos, según sea el caso. Por ejemplo, acerca de los días y horarios adecuados en que se enviaran los mensajes o se participará de las actividades, excluyendo los días de fin de semana o feriados, y respetando los horarios de descanso. Muchas veces estos acuerdos no se llevan adelante, dando lugar a discusiones y enojos entre los integrantes de grupos de WhatsApp de padres o profesores. También es relevante leer atentamente las intervenciones en un foro, las consideraciones de un e-mail o un mensaje de WhatsApp, antes de participar y plantear una nueva consulta. Como emisor se debe considerar la cantidad y extensión de los mensajes que se envían, con el objetivo de no abusar del tiempo de los demás. Ser claro, breve y amable en un mensaje, son competencias que se alcanzan con atención y práctica.

En ese sentido, podría actuarse ajustándose a la máxima “Menos es más”. Como se señaló hay que valorar el tiempo del otro, no ser desmedidos. Y se debe evaluar según lo que se desea comunicar, cuándo el envío de un mensaje se hace a una sola persona del grupo o a todos sus miembros. Se debe evitar compartir informaciones o imágenes innecesarias, que no se adecuan a los objetivos que tienen en común los participantes del grupo. De no tenerlo en cuenta, algunos integrantes terminaran por no darle importancia a los mensajes recibidos, o quizás tomen la decisión de abandonar el grupo.

En el caso de las videollamadas tanto el orador como los participantes deben mutearse cuando no hablan. Al igual que el organizador de la videollamada los participantes deben estar con la cámara activada siempre que la conectividad se los permita. Tener en cuenta lo que se muestra y lo que no se muestra en pantalla, no hacer otras cosas mientras se desarrolla la comunicación sincrónica. Hay muchos ejemplos al respecto de usuarios que mientras estaban en un Zoom se fueron a dormir o bañar con la cámara encendida, entre otras muchas acciones indeseables. Ello ocurre porque los usuarios imbuidos en la cotidianidad de su hogar, pierden la noción del adentro y el afuera, de lo privado y lo público. Hay que ser conscientes que todo lo que esté en el campo visual que alcanza la cámara saldrá en pantalla. 

Mariana Maggio (2021), doctora en Educación, señala que en el último año hemos aprendido como el aula se ha ensanchado y ya no podemos pensarla reducida a un docente, sus estudiantes y las cuatro paredes del salón de clases. Remarca que las y los docentes deben comprender que las clases a partir de la pandemia por COVID-19 poseen un carácter público. Lo que sucede en el aula ya no queda solamente allí, porque permanece en las grabaciones de la clase, en lo expresado en las plataformas educativas, etc. Asimismo, participan en ciertas ocasiones padres y hermanos, lo que propicia que la clase y el oficio docente cobren otra visibilidad. 

En esa línea, Mariana Maggio propone la metáfora de pensar el aula como un espacio carente de puertas y ventanas. Está abierta a más participantes y en muchas ocasiones lo ocurrido queda registrado, para ser visto y compartido por diversas personas.

No solamente las y los educadores deben ser conscientes de esta expansión y mayor visibilidad del salón de clases. Lo mismo debería enseñárseles a las familias de los estudiantes. El comedor, la habitación o la cocina del hogar, se entremezclan con el espacio educativo dependiendo donde se sucedan las videollamadas. Estudiantes, hermanos, padres, abuelos, perros o gatos, forman parte del nuevo paisaje escolar. Está en cada participante de los encuentros educativos: planificar, ordenar y avisar previamente al desarrollo de las actividades sincrónicas a las personas con quienes comparte el espacio hogareño, con la finalidad de resguardar la privacidad y llevar adelante de manera adecuada el proceso educativo, donde prime la tranquilidad que invita a la concentración que requiere el aprendizaje.

Para finalizar, quisiera destacar que toda persona que recibe nuestros mensajes digitales, sean palabras, dibujos o fotografías, comunicaciones sincrónicas o asincrónicas, construirá una imagen acerca de nosotros. Por ello, antes de actuar en el entorno multimedia debemos analizar cómo nos estamos comunicando, y si estamos alentando la formación de un perfil digital acorde a nuestros intereses. Siempre nos estamos comunicando, seamos o no conscientes de ello. Hacerlo jugar a nuestro favor es el mayor desafío. 

Bibliografía

Maggio, Mariana (2021) Educación en pandemia. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Paidós.

Pamela Vestfrid

Licenciada y Profesora en Comunicación Social, egresada de la FPyCS de la UNLP. Investigadora y docente del nivel superior en la ciudad de La Plata, Argentina. Integrante de FUNDANYCC. E-mail: pvestfrid@gmail.com

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Pamela Vestfrid

Licenciada y Profesora en Comunicación Social, egresada de la FPyCS de la UNLP Investigadora y docente del nivel terciario y universitario en la ciudad de La Plata, integrante de FUNDANYCC Email: pvestfrid@gmail.com

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