Inclusión

“Sin accesibilidad no existe inclusión” – El Diseño Universal del Aprendizaje como abordaje de currículo

¿De qué hablamos cuando hablamos de accesibilidad?: “posibilidad de acceder a cierta cosa o facilidad para hacerlo”. Como resuenan las palabras “posibilidad” o “facilidad” en mi mente, en un contexto en donde todo parece hacerse cuesta arriba luego de estar a más de un año de pandemia.

Quizás estas palabras: “accesibilidad”, “posibilidad”, “facilidad” hacen mayor eco en personas con discapacidad, quienes a lo largo de los años han transitado un camino, por momentos, cuesta arriba y no me refiero necesariamente al contexto de pandemia.

La Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad, establece en su preámbulo: “La discapacidad es un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan la participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con los demás”. Es decir que las barreras sociales, comunicaciones y actitudinales impactan de manera negativa en la inclusión de las personas con discapacidad.

Desde el modelo médico, el foco de la discapacidad estaba puesto en el déficit de la persona como un problema a resolver. El objetivo perseguido a través de distintas terapias, era la rehabilitación para que la persona se pueda adaptar al entorno.

DISCAPACIDAD = DÉFICIT DE LA PERSONA

El modelo social reformula los antecedentes del modelo anterior planteando que el problema no radica en un atributo de la persona sino en la propia sociedad amparada por sus prácticas segregatorias. La solución entonces, serán un conjunto de acciones basadas en una perspectiva de derechos humanos y llevadas a cabo por todos los actores sociales ya que la inclusión es responsabilidad de todos.

DISCAPACIDAD = DÉFICIT DE LA PERSONA X BARRERA DEL ENTORNO

Si nos situamos en el ámbito educativo, también aparecen barreras al aprendizaje que interactúan entre los estudiantes y sus contextos. Estas barreras pueden ser físicas, metodológicas, socioeconómicas, curriculares, actitudinales o administrativas. No solo las personas con discapacidad se enfrentan a este tipo de barreras sino que las mismas, se presentan de cara a muchos estudiantes e impactan significativamente en su desempeño de forma negativa, especialmente en este contexto.

Las dificultades que se ponen en juego al acceder al aprendizaje, no dependen exclusivamente de las capacidades o habilidades de los estudiantes en sí, sino de la propia naturaleza de los materiales didácticos, de los métodos y medios utilizados en el aula, los cuales por su rigidez no pueden dar respuesta a la diversidad del alumnado.

El currículo será discapacitante en la medida que no permita que todos sus alumnos puedan acceder a él. Frente a esta gran problemática que atraviesa la realidad de nuestras aulas, el Diseño Universal del Aprendizaje entra en escena como una posible solución en pos de minimizar las barreras al aprendizaje:

“El currículo que se crea siguiendo el marco del DUA es diseñado, desde el principio, para atender las necesidades de todos los estudiantes, haciendo que los cambios posteriores, así como el coste y tiempo vinculados a los mismos sean innecesarios. El marco del DUA estimula la creación de diseños flexibles desde el principio, que presenten opciones personalizables que permitan a todos los estudiantes progresar desde donde ellos están y no desde donde nosotros imaginamos que están

(CAST, 2011: 3).

El DUA propone tres principios que se llevan adelante a través de distintas pautas:

1) Proporcionar múltiples formas de representación de la información y los contenidos (el qué del aprendizaje) fundamentado en la idea de que los alumnos son diferentes en la forma en que perciben y comprenden la información.

2) Proporcionar múltiples formas de expresión del aprendizaje (el cómo del aprendizaje)

3) Proporcionar múltiples formas de implicación (el porqué del aprendizaje). Consiste en identificar el componente emocional puesto en juego en el proceso de aprendizaje, las motivaciones y preferencias de los estudiantes. 

Para un asertivo uso del diseño, un aspecto fundamental es la capacitación y formación de docentes en este abordaje así como un espacio de planificación que propicie el trabajo en equipo. El objetivo de este intercambio de pares será compartir experiencias de éxito y de fracaso, resultados, actividades y reflexiones sobre el feedback de los alumnos, en pos de fomentar procesos significativos de aprendizaje, enseñanza  y evaluación.

Cabe destacar, que cuanto mayor conocimiento tenga el docente de sus alumnos, mayores serán las herramientas para llevar adelante este abordaje pedagógico atendiendo a las necesidades y cualidades de cada uno y del grupo en general.

Los estudiantes que vivencian un diseño flexible e integral: rinden más y mejor, tienen mayores herramientas de autonomía a la hora de implicarse en su proceso de aprendizaje, gastan menos energía en vincularse con las propuestas ya que las mismas no requieren una adaptación adicional. A su vez, su nivel de confianza aumenta como así también, su valoración positiva.

Si hablamos de inclusión implica generar entornos educativos sin prejuicios ni mecanismos de selección que impidan el acceso. Uno de los aportes más significativos del DUA a la educación inclusiva es reconocer la diversidad como norma y no como una excepción. Ofrecer distintas alternativas para acceder al aprendizaje beneficia no solo a personas con discapacidad, sino a todos los alumnos en general.

Citando las palabras de Alexia Rattazi: “Cuando una flor no florece arreglas el entorno, no la flor“.

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