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Debate educativo

A 10 años de su adopción, ¿Llegarán los ODS a la línea de meta?

A cinco años del plazo final, la Agenda 2030 enfrenta un balance crítico que exige acciones urgentes.

Del consenso global a la urgencia del tiempo

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)fueron adoptados oficialmente el 25 de septiembre de 2015, durante la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, celebrada en Nueva York, fruto de un proceso de negociación que involucró a 193 Estados Miembros, múltiples agencias internacionales, sociedad civil, sector privado y academia. Los 17 Objetivos, acompañados de 169 metas, fueron concebidos como una brújula ética y política para erradicar la pobreza, proteger el planeta y garantizar la prosperidad compartida. En contraste con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000–2015), los ODS ampliaron el alcance hacia temas como desigualdad, gobernanza, cambio climático, educación de calidad y alianzas globales, con un horizonte más inclusivo y universal.

La promesa era no dejar a nadie atrás. La Agenda 2030 surgió como respuesta a un consenso global de que el crecimiento económico, por sí solo, no bastaba para resolver desigualdades ni para frenar el deterioro ambiental. La educación fue situada en el corazón de este pacto (ODS 4), como un derecho que traccionara los demás: sin aprendizaje de calidad, no hay ciudadanía plena, trabajo decente, resiliencia climática ni innovación sostenible. La pregunta hoy, a cinco años de la fecha límite, es inevitable: ¿cuánto de ese sueño colectivo se hará realidad?

Un semáforo global que no marcará el verde

A cinco años del año 2030, el balance es contundente: la mayoría de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) no se alcanzará al ritmo actual. El Informe de los ODS 2024 estima que sólo el 17% de las metas va en trayectoria adecuada; casi la mitad avanza con lentitud y más de un tercio se ha estancado o retrocedido por la pandemia, los conflictos y el shock climático. La conclusión es clara: con políticas y financiamiento “como de costumbre”, piensan algunos, no se llegará a tiempo.

Esa foto de la coyuntura actual se refuerza con evaluaciones externas: el Sustainable Development Report 2024 del SDSN[1], coincide en que menos de una quinta parte de las metas está en camino. Por otro lado, la convergencia entre los informes de la ONU y los académicos reduce la incertidumbre: el problema no es de medición, sino de velocidad de ejecución y escala de inversión.

Educación: ¿Una de las mayores frustraciones?

En educación (ODS 4), el sistema mundial vive una tensión entre acceso y aprendizajes. La ONU proyecta que, sin medidas extraordinarias, sólo 1 de cada 6 países alcanzará la meta de conclusión universal de la secundaria hacia 2030; aún 84 millones de niñas, niños y jóvenes seguirían fuera de la escuela y alrededor de 300 millones carecerían de competencias básicas de lectoescritura y matemáticas: cifras que describen una brecha de resultado y no sólo de cobertura.

Al mismo tiempo, el mundo enfrenta una pobreza de aprendizaje persistente: la fracción de niños de 10 años incapaces de leer y comprender un texto sencillo en países de ingreso bajo y medio se disparó a 70% tras la pandemia por la COVID-19, y no hay evidencia sólida de una reversión a escala global. La actualización metodológica de abril de 2024 que consolidó series y datos nacionales no cambió el diagnóstico central: la recuperación del aprendizaje es lenta y dispareja.

Las raíces profundas del rezago educativo

Tres cuellos de botella explican, en nuestro criterio, en buena parte, el desalineamiento con los objetivos del 2030. Primero, la financiación: 79 países de ingreso bajo y medio-bajo encaran un déficit anual de 97.000 millones de dólares para alcanzar sus propias metas nacionales de ODS 4 (que ya son, incluso, menos ambiciosas que las globales). Sin cerrar esa brecha, lo cual no parece que pasará en el poco tiempo que nos queda, los sistemas no podrán sostener expansión de matrícula con calidad, infraestructura y docentes.

Segundo, la infraestructura escolar básica sigue incompleta: 1 de cada 4 escuelas primarias carece de servicios esenciales como electricidad, agua, saneamiento y lavado de manos; ¡ni hablar del acceso a computadores, internet y adecuaciones para discapacidad, el cual es aún menor! Tercero, persisten brechas de cualificación docente (más del 14% sin la formación mínima según normas nacionales, con déficits mayores en África subsahariana).

Financiación, Infraestructura y cualificación docente, en resumen y vistas de manera sistémica, conformarían la causal del rezago que parece, por ahora, imposible de poner al día.

Educación inicial y habilidades digitales como ventanas de oportunidad

La participación en educación inicial creció en la década pasada, pero se estancó desde 2015 y sufrió retrocesos durante la pandemia. Únicamente la mitad de los países garantiza gratuidad y tres cuartas partes no la tienen como obligatoria. En paralelo, los bajos niveles de habilidades digitales (comunicación/colaboración, seguridad, resolución de problemas, creación de contenido, alfabetización tecnológica) limitan el aprovechamiento de la conectividad, como es de esperarse, en jóvenes de países de ingresos bajos y medios. Invertir en educación preescolar y competencias digitales es, según expertos, por costo-efectividad, uno de los atajos más plausibles con vistas al 2030.

La evidencia en estudios comparados, luego de la COVID, confirma pérdidas de aprendizaje en 4 de cada 5 países de los cuales se cuenta con datos y descensos en 21 de 32 sistemas en PIRLS 2016–2021.[2] Donde se desplegaron programas de recuperación focalizados (tutorías de alta dosis, evaluación formativa, tiempo escolar adicional), los rezagos se acortaron. Razonablemente se puede deducir que la tarea ya no es descubrir “qué funciona”, sino financiar y ejecutar a escala.

Política pública, liderazgo escolar y docencia: lo que, tal vez, ya intuíamos…

El GEM Report 2024/25 de UNESCO enfatiza el rol del liderazgo educativo, desde el nivel de diseño de políticas estatales hasta el escolar, como segundo factor más influyente, después del docente, para mejorar aprendizajes. Propone procesos meritocráticos de selección, apoyo al desarrollo profesional y el diseño de culturas colaborativas. A 2030, al no poder mover muchos recursos, mover capacidades de liderazgo marcaría diferencias.

En este contexto de restricción fiscal, cinco acciones claves, pensamos, podrían tener un alto retorno: (1) priorizar fundamentos (lengua y matemáticas en los primeros grados) con materiales y entrenamiento docente; (2) tutorías focalizadas; (3) protección del gasto del presupuesto educativo real; (4) invertir en datos (evaluaciones y seguimiento continuo); y (5) estrategias de infraestructura esencial (agua, saneamiento, electricidad) antes que la tecnología avanzada. El liderazgo determinará la estrategia: qué entra primero en la lista y cómo se despliega.

Sin progreso social inclusivo, no se logrará el ODS 4

Las tendencias en pobreza extrema y en crecimiento global son cargas pesadas para lograr los ODS. El Banco Mundial estima cerca de 700 millones de personas (8,5%) aún en pobreza extrema y advierte que el crecimiento proyectado no es suficiente para reducir dicha pobreza con rapidez, especialmente en países de bajo ingreso con alta deuda. Sin prosperidad compartida, la demanda por escolarización se tensiona y la permanencia, está claro, cae.

Las ideas expuestas hasta aquí y los datos presentados, que por supuesto requerirán mayor dedicación y profundidad, confirman la respuesta a nuestra pregunta inicial: no, el conjunto de los ODS, incluida la educación, no se alcanzarán plenamente en 2030 sin una aceleración extraordinaria en políticas, financiamiento y ejecución. Pero también sugiere la hoja de ruta: blindar los fundamentos educativos, cerrar la brecha de infraestructura mínima, profesionalizar docencia y liderazgo, y reordenar presupuestos hacia evidencia costo-efectiva. En educación, cada año que pasa cuenta el doble: por el tic-tac del reloj de 2030, y, aún más grave, por el reloj biográfico de quienes están en edad de aprender hoy.

4 visiones y prospectivas frente al futuro y el “salto civilizatorio”

El filósofo Amartya Sen, en su teoría de las “capacidades”, ha insistido en que el desarrollo no debe medirse únicamente por indicadores económicos, sino, además, por la ampliación real de las libertades y oportunidades de las personas. Si tomamos su enfoque, el fracaso parcial en los ODS debe verse como incumplimiento numérico, sí; pero, más allá de eso, como una advertencia ética: la humanidad aún no logra garantizar las condiciones mínimas de agencia y dignidad. Sen nos recuerda que la educación, más que un medio hacia el desarrollo, es uno de sus fines más esenciales.

Por su parte, Martha Nussbaum plantea que la construcción de sociedades más justas requiere cultivar la empatía, el pensamiento crítico y el compromiso con la pluralidad cultural. En la medida en que los ODS se queden cortos en lo técnico, su propuesta sugiere reforzar lo humanista: que la educación forme ciudadanos capaces de enfrentar desigualdades y crisis globales con juicio ético, más allá de las métricas. Reivindicar la humanidad de lo humano.

Los futurólogos como Ray Kurzweil han anticipado un mundo en el que la inteligencia artificial y la biotecnología podrían transformar radicalmente la educación y el trabajo. Estas visiones pueden parecer optimistas, pero implican un gran riesgo: que las brechas digitales actuales se amplifiquen en el futuro. En este sentido, el incumplimiento de los ODS nos alerta sobre un posible mal mayor: que el futuro tecnológico, sin equidad, multiplique la desigualdad, lo cual a los catastrofistas les parece lo más probable.

Finalmente, el físico y divulgador Michio Kaku plantea que el siglo XXI será recordado como el de la transición hacia sociedades interplanetarias y de conocimiento avanzado. En ese marco, fracasar en los ODS es fallar en preparar a la humanidad para su próximo salto civilizatorio.

El llamado, en línea con lo propuesto hasta aquí, debería ser: Debemos reinterpretar los ODS, tal vez ya no como metas rígidas que se cumplen o no en un lapso de tiempo determinado, sino como puntos de inflexión que obligan a acelerar innovaciones educativas, científicas y sociales que mantengan a la humanidad en la senda de un progreso compartido. ¡Tal vez, sólo tal vez, uno de los problemas fue haberles puesto una cota en el tiempo!

Bibliografía

Banco Mundial. (2024). Learning Poverty: Updates and Revisions (abril 2024). Washington, DC: Banco Mundial.

Banco Mundial. (2024). Poverty, Prosperity, and Planet Report 2024. Washington, DC: Banco Mundial.

Kurzweil, R. (2005). The Singularity is Near: When Humans Transcend Biology. Nueva York: Viking.

Kaku, M. (2011). Physics of the Future: How Science Will Shape Human Destiny and Our Daily Lives by the Year 2100. Nueva York: Doubleday.

Nussbaum, M. (2011). Creating Capabilities: The Human Development Approach. Cambridge, MA: Harvard University Press.

Organización de las Naciones Unidas. (2024). The Sustainable Development Goals Report 2024. Nueva York: ONU.

Organización de las Naciones Unidas. (2025). SDG Indicators – Goal 4: Quality Education (sección de progreso y financiamiento). Nueva York: División de Estadística de la ONU.

Sen, A. (1999). Development as Freedom. Oxford: Oxford University Press.

Sustainable Development Solutions Network (SDSN). (2024). Sustainable Development Report 2024. París/Nueva York: SDSN.

UNESCO (GEM Report Team). (2024/2025). Global Education Monitoring Report 2024/5: Leadership in Education – Lead for Learning. París: UNESCO.

UNICEF. (2024). The Right to a Strong Foundation: Global Report on Early Childhood Care and Education 2024. Nueva York: UNICEF.


[1] (Es la sigla de Sustainable Development Solutions Network (Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible, que fue lanzado en 2012 por el entonces secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, con el objetivo de movilizar conocimiento científico, tecnológico y de políticas públicas para apoyar la implementación práctica de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En la práctica, el SDSN conecta universidades, centros de investigación, sociedad civil y sector privado a nivel global, y cada año publica el Sustainable Development Report, donde incluye el Índice de los ODS que mide el progreso de los países en relación con cada meta. En pocas palabras: es la red global de expertos y académicos que busca generar y difundir soluciones basadas en evidencia para que los ODS pasen del discurso a la acción.

[2] PIRLS son las siglas de Progress in International Reading Literacy Study (Estudio Internacional de Progreso en Comprensión Lectora). Es una evaluación internacional organizada por la IEA (International Association for the Evaluation of Educational Achievement) que se aplica cada cinco años a estudiantes de 4.º grado de primaria en decenas de países. Su propósito es medir:

-Competencia lectora de los niños y niñas (capacidad de comprender e interpretar textos).

– Factores asociados al aprendizaje, como el entorno escolar, la formación de los docentes, los recursos de las familias y las actitudes hacia la lectura.

El PIRLS se aplica desde el año 2001 y se ha convertido en uno de los principales referentes internacionales, junto con PISA (OCDE), para conocer el estado de la educación básica, especialmente en los primeros años de escolaridad, cuando se sientan las bases de todos los aprendizajes posteriores.

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Yecid Puentes Osma

Licenciado en filología e idiomas de la Universidad Nacional de Colombia, especialista en gerencia educativa de la Universidad de San Buenaventura, y en Colegios de Calidad y Reality Therapy por el Instituto William Glasser de California. Yecid es el Director Ejecutivo de REDIE en Colombia. 48 años de experiencia como docente, coordinador, vicerrector y director de prestigiosas instituciones en Colombia y el Ecuador. Autor de artículos en revistas y memorias especializadas. Docente-tutor en Wide, la plataforma en línea del Project Zero de la Escuela de posgraduados en educación de la Universidad de Harvard. Formador de rectores en el programa Todos a Aprender del Ministerio de Educación de Colombia. Autor de Organizaciones Escolares Inteligentes, publicado por la editorial Magisterio. Pionero en las implementaciones del enfoque de Enseñanza para la Comprensión en Iberoamérica. Experto en temas relacionados con la teoría de inteligencias múltiples, Mindset, Flipped Learning, pensamiento sistémico y aprendizaje socioemocional.

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