
Mucho es lo que se viene teorizando sobre este tema.
¿Acaso todos entendemos lo mismo? Partamos de algunos conceptos claves:
Innovar no es sólo hacer cosas distintas, sino lograr nuevos y mejores resultados.
Innovar no es estar cambiando todo el tiempo, es incorporar cambios justificados. Se trata de introducir procesos innovadores que permitan asentar prácticas de forma sistemática y profunda. De ahí que la fortaleza de las innovaciones resida en que sean intencionadas, razonadas, argumentadas y consolidadas en el tiempo. Que cuenten con la mayoría del cuerpo docente sensibilizado y convencido de seguir un liderazgo que impulsará el cambio para llegar a la ansiada meta de enseñar y aprender en sintonía con la actualidad. Porque la innovación educativa está íntimamente relacionada con los cambios sociales y tecnológicos. Nuevas formas de entender la realidad exigen nuevas formas de enseñarla. Por lo tanto, una premisa importante es asumir y aceptar que el riesgo, la duda, la incertidumbre, el conflicto y el desacuerdo son excelentes fuentes de aprendizaje en cualquier proceso de innovación.
En definitiva, el objetivo principal que impulsa el viaje hacia la innovación es optimizar los procesos de enseñanza y de aprendizaje, con el fin de alcanzar una educación de mayor calidad dentro de un marco de inclusión y equidad.
¿Qué se debería encontrar entonces en una institución educativa innovadora?
Hoy entendemos que un centro educativo innovador es aquel que promueve:
- el rol del docente como un mediador / guía de los aprendizajes y el trabajo en red;
- implementa metodologías activas y desarrolla diversidad de competencias;
- es abierto al cambio;
- se involucra en las cuestiones medioambientales;
- cuenta con espacios abiertos y flexibles;
- es promotor de un estudiante autónomo, activo, con pensamiento crítico y motivado por el aprendizaje;
- genera la participación de toda la comunidad (comunidad de aprendizaje) y abierto a su entorno.
Una escuela innovadora fomenta la investigación contextualizada, como la investigación-acción, para reflexionar sobre sus prácticas y lograr una mejora continua, asegurando que los cambios internos se consoliden de manera más efectiva y eficiente. Todo esto no puede pensarse sin el rol decisivo y el liderazgo distribuido de los equipos directivos. Son ellos los que deben generar las condiciones y el clima necesario para llevar adelante proyectos innovadores. Por eso, es fundamental que se impliquen directamente, evitando la improvisación ante los cambios, priorizando los objetivos, buscando consensos en lugar de imposiciones, y asegurándose de contar con los recursos necesarios, además de evaluar constantemente las acciones a seguir.
El camino de la innovación es un proceso, que no se agota en el uso de las TIC, y como tal debe estar debidamente planificado y evaluado para luego ser rediseñado, (el ciclo Deming o PHVA –Planificar, Hacer, Verificar, Actuar- puede ser una buena herramienta para pensar la mejora de un proceso).
¿Quiénes son los actores del proceso innovador y qué entorno lo favorece?
Una educación de calidad supone el compromiso de todos los involucrados en el proceso. Sin embargo, un pilar de este son los docentes, dado a que no solo transmiten un saber disciplinar, sino que son un modelo a seguir. De aquí la importancia de los valores y la ética que promuevan con su ejemplo y transmitan a sus estudiantes. Por esta razón es vital contar con un equipo motivado, un docente motivado promueve mejores aprendizajes. El clima de trabajo, el estímulo a la investigación y al crecimiento profesional, la confianza junto con el reconocimiento de la tarea, son algunas de las cuestiones centrales que deben atender los equipos directivos para generar esa motivación extrínseca en los docentes. Sin olvidar que, dentro de este tipo de motivación, están los salarios acordes al trabajo y las condiciones laborales. Además, es importante contar con docentes automotivados, o sea, aquel que está convencido que lo que hace es lo más procedente o es beneficioso para él. Sin embargo, cuando esa motivación nace de uno mismo (intrínseca) y se proyecta o culmina con el servicio a otras personas, estamos hablando de una motivación trascendente, mucho más efectiva, por cierto. De manera que la motivación (intrínseca y extrínseca) es un aspecto del comportamiento que determina el actuar docente en cualquier ámbito institucional.
La innovación muchas veces va de la mano de transformaciones en los programas educativos, la elaboración de nuevos currículos, así como en los métodos de enseñanza, en las prácticas pedagógicas y los criterios de evaluación y promoción. Estas transformaciones requieren tiempo (un recurso que por lo general escasea) para reflexionar y adaptarse adecuadamente a la nueva realidad. En ocasiones, provocan una sensación de pérdida de identidad y la necesidad de redefinir la profesión docente. Y también generan desafíos emocionales y cognitivos aumentando los niveles de estrés erosionando así, el entusiasmo, el sentido y la satisfacción por la tarea. Entonces, las reformas educativas, ¿inspiran, motivan o agobian?
Por lo tanto, una escuela innovadora enfrenta un sinnúmero de desafíos. A los ya mencionados se le pueden sumar otros, por ejemplo, los recursos, ya que la inversión en capacitación, tecnología e infraestructura es crucial. ¿Cuentan las escuelas con estos recursos? Probablemente la respuesta sea sí en algunos casos, pero los procesos innovadores son difíciles de sostener en el tiempo debido a la rutina, las urgencias cotidianas, el cansancio y la sobrecarga de tareas, lo que genera desmotivación y resistencia al cambio.
Entonces, hay teorías, metodologías innovadoras y recursos (en algunos casos), pero ¿por qué nos encontramos todos los días con docentes y estudiantes estresados y desmotivados, sumergidos en la cultura del “sin sentido”? Muchas investigaciones advierten la enorme presión que recae sobre los docentes y el agotamiento que esta produce. No es casual que sea una profesión cada vez menos elegida. También nos encontramos con estudiantes pasivos, cargando con problemáticas que los preocupan, que manifiestan falta de interés, conocimientos y habilidades lo cual dificulta trabajar desde la motivación y el entusiasmo necesarios en todo proceso innovador. Los tiempos actuales de cambios acelerados generan nuevas demandas, nuevos conocimientos y habilidades cada vez en tiempos más cortos.
En síntesis, … ¿cuál es la brecha que separa la teoría de la realidad? ¿Desde qué políticas se piensa una verdadera calidad educativa? ¿Estamos preparando a los estudiantes para un siglo XXI cambiante, complejo e incierto? Frente a estos retos y a la rapidez de los cambios las preguntas invitan a la reflexión y hacer un alto en el camino para repensar nuestra práctica.