Alumnos

Cuando el estudiante es el líder

En el ámbito educativo el liderazgo es un rol que pareciera estar destinado únicamente al docente, como si fuese una especie de herencia que pasa de unos a otros en cada nuevo año escolar al asumir la tutoría del nuevo curso. Sin embargo, hoy los alumnos son cada vez más exigentes de sus procesos de aprendizaje, de las metodologías que se aplican en clase y de cómo los contenidos les sirven en su quehacer diario.

Por eso, no es de extrañar que también sean ellos quienes, de manera consciente o inconsciente, propongan qué quieren hacer en una determinada materia, con un contenido en específico, y por qué no, asumir el rol docente para impartirla, al menos una vez en el año escolar.

Y hasta este punto todo es válido y pareciera ser perfecto, especialmente, en un mundo cada vez más exigente, cuyas empresas requieren que se eduque a ciudadanos que puedan adaptarse fácilmente a los cambios, trabajar bajo presión, con habilidades blandas muy desarrolladas y que, además, sean colaboradores que aporten al crecimiento del equipo de trabajo.

Pero, qué sucede cuando el liderazgo en un salón de clase se convierte en una actividad impuesta por el docente y de carácter obligatorio o, el líder aceptado por los compañeros del curso, no es precisamente el que tiene una conducta positiva o propuestas que beneficien al resto. Qué pasa, con miras a futuro, tanto con estos líderes negativos como con quienes les rodean, pensando en ellos como los agentes de cambio que darán solución a algunas de las problemáticas sociales a través de su rol laboral.

Y es que, en un sistema escolar que agobia al docente, no le recompensa bien económicamente, da mucha autoridad al estudiante y al padre de familia mientras se la resta al maestro, es difícil generar los espacios reflexivos que conlleven a medir las consecuencias del liderazgo negativo y su repercusión en la sociedad.

Por todo esto, es fundamental enseñar con el ejemplo y alentar a los alumnos a tener mayor participación desde de su autonomía y responsabilidad para con su proceso de aprendizaje. Alentar a los mal llamados “novedosos, mala conducta”, etc., a participar de manera positiva y también, mostrar, incluso a ellos mismos, sus fortalezas y cómo éstas contribuyen en un mejor desempeño para todo el curso.

Entrar en pánico no hará cambiar al líder, porque éste solo lo es cuando los demás lo han aceptado como tal, y cada alumno tiene su propia historia, algunos, llenas de éxitos, méritos y afectos, otros, carentes de atención, con necesidades especiales o bien, estigmatizados por la misma comunidad educativa, sin embargo, humanos al fin, todos tenemos algo bueno que dar.

Es cuestión de explorar un poco más allá de la conducta o el rendimiento escolar y tener una mirada más humana frente al que ocupa un pupitre. Se trata, en otras palabras, de revertir la realidad del momento en una oportunidad de ser mejores, tanto el líder “negativo”, sus compañeros y el docente.

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Mariela Lopes

Mariela Lopes es titulada en Comunicación Social y apasionada por la Educación. Se ha desempeñado como periodista y docente en los niveles universitario, secundaria y bachillerato. Actualmente, es Alumni de Enseña Ecuador, perteneciente a la red Teach for All.

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