Diseñar prácticas basadas en datos: el nuevo diferencial de las escuelas del siglo XXI

Durante años, la educación ha tomado decisiones sobre sus estudiantes en base a intuiciones, observaciones o generalizaciones. Pero en pleno siglo XXI, en un mundo donde los datos impulsan la innovación en todos los sectores, ¿puede la escuela seguir funcionando sin información concreta y procesable sobre quienes aprenden?
La respuesta parece obvia: no. Sin embargo, aún hoy, la mayoría de las instituciones escolares carece de herramientas sistemáticas para conocer profundamente a sus alumnos, evaluar la efectividad de sus prácticas y rediseñar en base a evidencia.
Aprender del mundo que ya lo hace
En salud, los datos salvan vidas. El uso de métricas permite prever brotes, detectar enfermedades antes de que se manifiesten y personalizar tratamientos.
En deporte, el análisis de datos se usa para mejorar el rendimiento físico, prevenir lesiones y definir tácticas de juego.
En el mundo empresarial, las decisiones se toman en función de dashboards que muestran comportamiento de clientes, proyección de ventas, satisfacción de equipos, etc.
La educación, en cambio, sigue funcionando muchas veces en piloto automático: se enseña igual para todos, se planifica sin saber cómo aprenden los alumnos, y se intenta motivar sin conocer qué los moviliza.
¿Qué se pierde cuando no se trabaja con datos?
Cuando las escuelas no cuentan con información clara sobre sus estudiantes, ocurren varias cosas:
- Se diseñan clases que no responden a los estilos ni ritmos de aprendizaje reales, lo cual afecta la conexión profesor-estudiante.
- Se invisibilizan problemáticas como la ansiedad académica, el burnout o la falta de sentido de pertenencia, que impactan directamente en el rendimiento.
- Se desconoce qué fortalezas o intereses particulares podrían usarse como motor para aprender.
Y lo más importante: se desperdicia una oportunidad enorme de hacer que el aprendizaje sea más relevante, más humano y más efectivo.

¿Qué datos son relevantes hoy?
Según la UNESCO y la OCDE, algunas de las variables clave que impactan directamente en la calidad educativa son:
- Motivación académica: Según PISA 2022, casi el 50% de los estudiantes tuvo dificultades para motivarse al menos una vez por semana durante la educación remota y es un desafío que se mantiene hoy en día.
- Autoeficacia y autopercepción: 4 de cada 10 estudiantes no se sienten capaces de organizarse ni mantenerse motivados en sus tareas escolares.
- Bienestar emocional: 1 de cada 2 estudiantes latinoamericanos presenta dificultades para expresar empatía en el contexto escolar, mientras que la ansiedad académica es una barrera creciente para el aprendizaje.
- Clima escolar y relaciones: cada vez menos estudiantes sienten que pertenecen a su escuela. Quienes sí lo hacen, muestran mayor bienestar, menor ansiedad y mejores resultados.
Estos factores no sólo predicen el rendimiento de los estudiantes, sino también la permanencia en la escuela, el compromiso con el aprendizaje y el desarrollo de habilidades para la vida.
¿Cómo empezar a trabajar con datos?
Una de las grandes barreras para implementar prácticas basadas en datos en la escuela es la percepción de que se necesita tecnología compleja, personal especializado o grandes inversiones. Pero hoy eso ya no es necesario.
Herramientas como Student Analytics permiten que cualquier institución pueda empezar ese camino. A través de encuestas gamificadas adaptadas a nivel secundario, la plataforma releva variables clave del perfil de los estudiantes y entrega reportes personalizados para:
- entender mejor a cada alumno,
- comprender cómo está compuesto cada curso, detectando patrones y tendencias,
- y tomar decisiones pedagógicas más alineadas con la realidad.
No se necesitan conocimientos técnicos avanzados: sólo la voluntad de conocer más para enseñar mejor.
Del dato a la transformación pedagógica
El verdadero potencial de una escuela basada en datos no está en acumular información, sino en usarla para transformar. Conocer lo que sienten, piensan, quieren y necesitan los estudiantes es el punto de partida para una educación más justa, más personalizada y más efectiva.
En un mundo donde todo evoluciona aceleradamente, las escuelas que se animen a sumar la mirada analítica para tomar decisiones integrales serán las que marquen la diferencia.