Docentes

Chicos aburridos, ¿cómo combatir el problema de la motivación en la escuela?

Ideas para combatir la desmotivación de nuestros estudiantes desde las estrategias de enseñanza

Te invito a recorrer los pasillos de la escuela. ¿Qué ves? Alumnos de una generación diferente a la nuestra, con costumbres distintas, gustos, hábitos, incertidumbre. Alumnos que se desconcentran fácilmente, que encuentran la motivación en visitar sus redes sociales de manera permanente o simplemente mirar la hora esperando que su clase finalice. ¿Somos conscientes de cuántas veces revisan sus teléfonos?. Si le preguntara a Tristan Harrist, especialista en ética de la tecnología estadounidense, me diría que, según su estudio, el promedio de veces que una persona revisa su teléfono es de 150 veces al día. 150 veces. ¿Cuántas de ellas resultan ser en nuestras clases?¿Por qué esas miradas no se dirigen a nuestros ojos? Detengo mi recorrido y comienzo a pensar: chicos aburridos, ¿cómo combatir el problema de la motivación en la escuela?.

Sigo caminando y me siento en un café. Inmediatamente en mi mente resuena una frase que seguramente habrá cruzado tu mente al pensar en esta situación: Pero, en mi época no era así. Tantas veces escuché a mis padres decir: “todo tiempo pasado fue mejor”. Hoy me dispongo a decir que todo tiempo pasado fue otro tiempo. ¿Qué hacemos con el ahora? ¿Cómo cambiar esta situación?

Perdón, no me presenté frente a ustedes. Soy docente, una educadora apasionada por la educación e insatisfecha permanentemente. Soy parte de ese grupo de educadores a quienes no les gusta dar la misma clase dos veces, año a año, el mismo material. Siento que no sirve. Que cada grupo es un mundo, que cada alumno en su singularidad necesita otra cosa. El tiempo vuela, cambia y la clase debe acompañar al tiempo y a ese cambio.

En este desacierto de no comprender cómo nuestros alumnos, aquellos que cuidamos y con los cuales compartimos todos los días de nuestra vida, no eligen nuestra clase te pregunto: ¿te pasó alguna vez? Dedicaste horas a tu planificación o elegiste un libro que sabías que era garantía de éxito y al año siguiente te sentiste Rocky luchando contra Apolo y perdiendo por Knock Out. Ese día, en ese café, invité a alguien a compartir mi desconcierto. No, no lo llamé por Whatsapp, vino a mi mente y me dispuse a volar con él para buscar respuestas. Un pedagogo británico, Lawrence Steinhouse. ¿Qué pasaría si pudiese dialogar con él?. Ambos pediríamos un cortado, yo con más leche y menos café. Él, lo opuesto. ¿Será que no nos satisface un café común? Le plantearía este mismo panorama donde me es difícil encontrar una salida y él me diría una sola palabra: interés. ¿Hasta qué punto los contenidos que están establecidos en el currículum reflejan los intereses de nuestros alumnos? Estoy convencida de que él también miraría el teléfono 150 veces. El mejor modo de despertar interés por una materia, me diría, es conseguir que valga la pena conocerla. Esto significará, según Bruner, que el conocimiento que el alumno adquiere sea relevante para él y que comprenda la posibilidad de utilizarlo en diferentes contextos. Sino, ¿para qué sirve? Si el alumno no reconoce que el contenido que está aprendiendo es valioso, lo considerará carente de sentido. Entonces, nos pregunto: ¿hasta qué punto hacemos que valga la pena?¿Cuántas veces nos interiorizamos en los intereses de nuestros alumnos como punto de partida para nuestra enseñanza?¿Son valiosos para ellos los contenidos que elegimos abordar?

Para lograr solucionar este panorama movilizante, vienen a mi mente algunos puntos a considerar.

En primer lugar, es fundamental conocer a nuestros alumnos. Censarlos informalmente, dedicar tiempo para dialogar con ellos y que logren poner en palabras tanto sus expectativas respecto de la materia como sus vidas. El vínculo con el estudiante y el hecho de conocer sus intereses y necesidades resulta el puntapié para pensar nuestra enseñanza en ese aula, en ese grupo, en ese contexto.

En segundo lugar, debemos presentar nuestra historia, quiénes somos y cuáles son nuestros propios intereses. Esto nos permitirá generar identificación con ellos y crear códigos en común. Marta Libedinsky, en su artículo “La anécdota. Cómo enseñar a “espíritus distraídos” nos invita a hacer uso del recurso anecdótico con el fin de generar identificación con el interlocutor. En ese relato de experiencias y en la interconexión constante con las propias historias personales de los estudiantes, se generará ese vínculo que será el medio para el fin.

En tercer lugar, hacer que valga la pena. Nuestra planificación tiene que reflejar que la información obtenida en el primer paso, la estamos poniendo en juego de manera estratégica, para lograr cautivar a nuestros alumnos con contenidos que les resultan valiosos y aplicables en sus vidas.

En cuarto lugar, darle la posibilidad a los alumnos de elegir dentro de un abanico de contenidos a abordar. La posibilidad de elección, apela al compromiso con la enseñanza. No resulta un trabajo unidireccional del docente para con el alumno. El aprendizaje es una construcción colaborativa.

Por último, revisar constantemente las estrategias y los métodos que utilizamos para enseñar. Estar abierto a revisar nuestras prácticas, a errar, a probar dejando de lado la frustración y comprender que muchas de las intervenciones que imaginemos hacer, podrán resultar fallidas hasta llegar al camino correcto por el que debemos transitar.

Nuestro desafío como docentes hoy, es enseñar mediante métodos de descubrimiento. Descubrir aquello que se condice con los intereses de los estudiantes. Asumir riesgos, prepararse para cometer errores en búsqueda de lograr nuestro objetivo de cautivarlos, ahí está nuestro desafío. No nos conformemos con enseñarles a unos pocos que muestran interés, vayamos en busca de aquel que no presta atención y hackiemos su desconcentración. Comprendamos qué lo motiva, qué lo apasiona, qué busca de nosotros y hagamos que valga la pena.

Docentes, está en nosotros la responsabilidad de hacer significativo aquello que enseñamos, desde la elección del contenido hasta la revisión del método. Manos a la obra.

Hola 👋
Un placer conocerte.

Regístrate gratis para recibir toda la información sobre eventos educativos, cursos, noticias y recursos para educadores.

¡No enviamos spam! Lee nuestra política de privacidad para más información.

Mostrar más

Paula Nisnevich

Coordinadora de proyectos institucionales en el Colegio Wolfsohn y en la Escuela Martín Buber. Gestiona eventos educativos en Beth School. Es estudiante de la Maestría y Especialización en Educación en la Universidad de San Andrés y trabaja hace 10 años en la enseñanza del idioma hebreo como lengua adicional, llevando adelante intercambios con escuelas de Israel y con otras partes del mundo y alentando a una innovación educativa.

Publicaciones relacionadas

Deja un comentario

Botón volver arriba