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Alfonso Algora: «El liderazgo en la educación se crea en el contacto diario con los alumnos y los equipos de trabajo»

Liderazgo educativo y habilidades blandas en la gestión del cambio. Entrevista exclusiva con Alfonso Algora.

En un mundo educativo en constante cambio, la figura del líder escolar va más allá de la mera administración. Hoy, se requiere de un rol que inspire, motive y fomente el crecimiento de toda la comunidad. Para explorar esta evolución, conversamos con Alfonso Algora, un educador con una vasta experiencia en liderazgo, gestión de equipos y el desarrollo de las tan necesarias habilidades blandas.

Con una sólida trayectoria y una visión clara sobre los desafíos actuales, Algora se ha convertido en una voz referente para quienes buscan transformar sus centros educativos en espacios de innovación y colaboración. En esta entrevista, nos adentramos en sus reflexiones sobre el verdadero significado de liderar, la importancia de la inteligencia emocional y cómo los directores y docentes pueden cultivar un ambiente de aprendizaje basado en la empatía y la resiliencia.

Además de sus tareas como consultor y catedrático, Alfonso es miembro de REDIE, la red de líderes educativos más grande de Iberoamérica y colaborador destacado en nuestra publicación.

Te invitamos a descubrir las claves para una gestión educativa exitosa y a inspirarte con las ideas de un experto que ha dedicado su carrera a potenciar el capital humano en las escuelas y universidades.

PARTE 1.- LIDERAZGO Y GESTIÓN DEL CAMBIO

En tu carrera te has centrado en el liderazgo educativo y la gestión del cambio. ¿Qué te impulsó a especializarte en esta área y qué desafíos has encontrado en la implementación de estos modelos?

Desde muy temprano en mi carrera comprendí que la educación no solo consiste en transmitir conocimientos, sino en formar personas capaces de adaptarse y colaborar en entornos complejos. Mi experiencia de más de 20 años trabajando en distintos países de América me enseñó que, aunque hablemos el mismo idioma, la idiosincrasia de cada país es distinta y cada contexto requiere un enfoque particular. Esto me impulsó a especializarme en liderazgo educativo y gestión del cambio, porque entendí que para que las instituciones funcionen de manera efectiva no basta con aplicar modelos teóricos; se requiere acompañamiento humano, sensibilidad cultural y estrategias que respeten la diversidad de realidades.

Uno de los desafíos más grandes ha sido la resistencia natural al cambio: incluso cuando los beneficios son evidentes, los hábitos y la cultura institucional pesan más que cualquier plan estratégico. Otro reto constante es preparar a los estudiantes y docentes para que se desenvuelvan en entornos multiculturales, donde la empatía, la flexibilidad y la capacidad de adaptación son tan importantes como el conocimiento técnico. Aprender a navegar estas diferencias culturales y acompañar a equipos diversos ha sido, sin duda, una de las lecciones más valiosas de mi carrera.

¿Qué diferencia al liderazgo educativo del liderazgo en otros ámbitos, como el empresarial o el político?

En todos los ámbitos, el liderazgo requiere ética, coherencia y visión. Pero en educación esa exigencia adquiere una dimensión especial: estamos formando personas que, en muchos casos, dirigirán los designios de la sociedad del futuro. Esto implica que cada decisión, cada interacción y cada estrategia tiene un impacto profundo y a largo plazo, no solo en resultados inmediatos, sino en la formación de ciudadanos responsables, críticos y empáticos.

Además, en una institución educativa todos somos educadores, desde el director hasta el jardinero, y el liderazgo efectivo reconoce y potencia esta sinergia. La comunidad educativa es un ecosistema complejo que incluye docentes, directivos, familias, personal no docente, antiguos alumnos y la sociedad donde la institución está enclavada. Un buen líder educativo entiende que la cohesión y la colaboración entre todos estos actores no es un lujo, sino una necesidad para que la institución cumpla su misión de manera integral.

En comparación con otros ámbitos, donde los resultados se miden principalmente en cifras, eficiencia o impacto político, en educación el liderazgo combina estrategia con sensibilidad humana, ética y visión de largo plazo, generando entornos donde cada persona se siente valorada y motivada a contribuir al desarrollo de los demás.

En tu opinión, ¿cuáles son las tres habilidades más críticas que debe tener un líder educativo en el siglo XXI y por qué?

Diría que la primera es la inteligencia emocional, porque un líder que comprende sus propias emociones y las de su equipo puede generar relaciones de confianza, motivación y compromiso. La segunda es la resiliencia, esencial para mantener la visión y la calma frente a los constantes cambios, desafíos y crisis que caracterizan al ámbito educativo. La tercera es la comunicación efectiva, que permite transmitir objetivos, expectativas y valores de manera clara y coherente, evitando malentendidos y alineando a todo el equipo hacia una meta común.

Estas habilidades se potencian si se combinan con un liderazgo humano que fomente la sinergia del equipo. Un buen líder educativo no busca controlar cada detalle (evitando el micromanagement), sino inspirar y crear ilusión en toda la comunidad educativa, desde los docentes hasta el personal no docente y las familias, generando un ambiente donde cada miembro perciba que su contribución es valiosa y que juntos se construyen resultados significativos. Este tipo de liderazgo no solo fortalece el desempeño, sino que también genera un efecto multiplicador en la motivación y en la cultura institucional.

¿Cómo puede un líder escolar fomentar un ambiente de confianza y colaboración entre los docentes y el personal?

La confianza se construye día a día y con coherencia: con gestos pequeños, pero constantes, que demuestren que las palabras y las acciones van en la misma dirección. Esto implica reconocer logros, aceptar errores sin culpabilizar y ser transparente respecto a los desafíos que enfrenta la institución.

Para fomentar la colaboración, recomiendo involucrar a todos en la toma de decisiones y mostrar que cada aportación es valorada. Generar espacios de diálogo, promover proyectos conjuntos y celebrar los logros colectivos son formas concretas de fortalecer la cohesión.

Un aspecto clave es permitir que los colaboradores se desarrollen y aporten sus virtudes en el quehacer diario. Cuando se les da confianza y espacio para crecer, se convierten en miembros proactivos, comprometidos y motivados, que no querrán buscar oportunidades en otra institución. La rotación de personal es uno de los mayores riesgos para la estabilidad y la cultura de una escuela, y un liderazgo que potencia el crecimiento individual contribuye directamente a reducirla y a consolidar un equipo sólido y cohesionado.

¿Qué le dirías a un director que se siente abrumado por la resistencia al cambio en su institución?

Le diría que la resistencia es natural y no es un reflejo de incompetencia, y de hecho, mis asesorías personalizadas con directivos y equipos escolares, trabajo justamente en este punto: cómo transformar la resistencia en innovación sostenible, con estrategias prácticas que se adaptan a cada contexto

Hasta hace relativamente poco, la educación funcionaba de manera bastante unidireccional: las familias llevaban a sus hijos al colegio más cercano o al que resultaba más conveniente económicamente. Hoy la realidad es muy distinta: hay más oferta educativa y menos niños, y las familias cuentan con herramientas para evaluar la calidad de un colegio no solo en términos académicos, sino también en aspectos de convivencia, bienestar, innovación y cultura institucional.

En este contexto, la educación se mueve a toda velocidad. Un director que se queda mirando atrás, que especula sobre “el pasado mañana”, corre el riesgo de perder relevancia. Lo importante es prepararse para el mañana, anticipar cambios, generar confianza y acompañar a su equipo en la adaptación constante. La resistencia puede convertirse en oportunidad si se aborda con estrategia, paciencia y visión. Implementar cambios graduales, comunicar con claridad y construir redes de apoyo dentro de la institución son herramientas clave para transformar la incertidumbre en colaboración y motivación.

¿Cómo crees que la digitalización ha impactado el ejercicio del liderazgo en las escuelas?

La digitalización ha transformado profundamente la manera de liderar: permite gestionar información, analizar datos, coordinar equipos y comunicarse con familias y estudiantes de manera más ágil. Yo soy partidario del uso de herramientas digitales, pero siempre con ética y con alma. La tecnología no puede reemplazar la cercanía, la empatía ni la sensibilidad cultural que un líder educativo debe mantener.

Ante tanta prohibición de dispositivos, creo que lo realmente necesario es preparar a los estudiantes y docentes para desenvolverse en una sociedad donde la tecnología es indispensable. Esto implica enseñar no solo habilidades técnicas, sino también responsabilidad, discernimiento y pensamiento crítico en el uso de herramientas digitales. La tecnología debe ser un aliado para potenciar la educación, pero su integración requiere conciencia, valores y liderazgo que inspire a usarla de manera ética y efectiva.

¿Qué consejos le darías a un docente que aspira a convertirse en líder, pero que siente que le faltan las herramientas para gestionar equipos?

Le diría que el liderazgo se construye desde la práctica y la reflexión. Conocerse a sí mismo, observar su entorno y aprender de la experiencia diaria son pasos fundamentales. Además, buscar mentoría, asumir responsabilidades graduales y participar en proyectos colaborativos permite desarrollar habilidades de manera segura y efectiva.

Es importante entender que liderar no significa controlar todo ni tener siempre la respuesta correcta. Significa inspirar, generar confianza y guiar a otros hacia objetivos comunes. Además, un docente debe ser líder porque tiene una gran responsabilidad ante sí mismo: su conducta, su compromiso y su capacidad de influir positivamente impactan directamente en sus estudiantes y en la cultura de la institución. La valentía, la curiosidad y la disposición a aprender de los errores son más valiosas que cualquier título o certificación.

¿Qué importancia tiene el pensamiento crítico en la toma de decisiones de un líder educativo?

El pensamiento crítico es indispensable para tomar decisiones sólidas y coherentes. Permite analizar situaciones complejas, diferenciar entre soluciones superficiales y estrategias de largo plazo, y anticipar consecuencias en un entorno donde cada acción afecta a múltiples actores.

Además, el pensamiento crítico incluye aceptar la crítica y el feedback como herramientas de mejora continua. El ego es el principal enemigo del líder: quien no lo controla corre el riesgo de rodearse de aduladores que refuercen su visión, pero que no contribuyan a su crecimiento ni al de la institución. Un buen líder busca rodearse de los mejores, de personas que desafíen sus ideas de manera constructiva, que aporten perspectivas distintas y que, a través del diálogo, eleven la calidad de las decisiones y del impacto de la organización.

¿Qué papel juega la resiliencia en el liderazgo educativo, especialmente en momentos de crisis o de grandes cambios?

La resiliencia es la capacidad de sostener la visión y la coherencia frente a la incertidumbre, los cambios abruptos y las crisis, que en educación son constantes. Un líder resiliente no solo mantiene la calma, sino que transmite confianza y seguridad a su equipo, ayudando a que los docentes y colaboradores se mantengan motivados y enfocados en los objetivos.

Además, la resiliencia permite transformar los desafíos en oportunidades de aprendizaje, reforzando la capacidad de adaptación y la innovación. En mi experiencia, los equipos resilientes no dependen únicamente de la dirección; aprenden a apoyarse entre sí, generando una cultura donde cada miembro siente que puede superar obstáculos y contribuir al crecimiento colectivo de la institución.

PARTE 2.- INTELIGENCIA EMOCIONAL, RESILIENCIA Y FUTURO DE LA EDUCACIÓN

¿Qué rol tienen las habilidades blandas en el desarrollo profesional de los educadores?

Hoy, con la irrupción de la inteligencia artificial y otras tecnologías, los docentes tienen un espacio magnífico para convertirse en auténticos modelos de impacto emocional para sus estudiantes. Ya no se trata solo de transmitir contenidos, sino de motivar, ilusionar y guiar a los alumnos en su aprendizaje, mostrando cómo el conocimiento de distintas áreas se conecta y se aplica a la vida real.

Las habilidades blandas —como la empatía, la comunicación, la resolución de conflictos y la capacidad de inspirar— permiten que los docentes sean verdaderos mentores y referentes emocionales, capaces de preparar a los estudiantes para desenvolverse en un mundo cada vez más globalizado. En este sentido, un educador que domina tanto la inteligencia emocional como el conocimiento de su materia potencia no solo el aprendizaje académico, sino también la curiosidad, la confianza y la capacidad de los alumnos para relacionarse de manera efectiva con su entorno y con personas de culturas diversas.

¿Cómo se puede integrar el desarrollo de la inteligencia emocional en la formación continua de los docentes?

La inteligencia emocional no se aprende en un taller aislado; se desarrolla como parte de un proceso continuo y contextualizado. Esto implica ofrecer mentorías, espacios de reflexión sobre la práctica diaria y análisis de casos reales, donde los docentes puedan evaluar sus reacciones y estrategias frente a situaciones complejas. También es útil fomentar comunidades de aprendizaje donde se compartan experiencias y emociones, generando un diálogo constante entre colegas. La idea es que los docentes interioricen la importancia de comprender sus emociones y las de los estudiantes, lo que mejora la toma de decisiones y fortalece la calidad del aprendizaje y la convivencia.

La comunicación efectiva es clave en cualquier organización. ¿Qué estrategias recomiendas para mejorar la comunicación entre los diferentes actores de una comunidad educativa?

Escuchar con atención activa, generar canales claros y consistentes de información, y asegurarse de que los mensajes sean coherentes con la acción son elementos esenciales. Además, recomiendo crear rituales de comunicación: reuniones periódicas, boletines internos, espacios de intercambio informal, y herramientas digitales que faciliten la interacción. La comunicación debe generar confianza y sentido de pertenencia, no ansiedad ni confusión. En el contexto actual, donde las familias y estudiantes están más informados, la transparencia y la claridad se vuelven estratégicas para consolidar la credibilidad de la institución.

¿Cómo puede un líder educativo identificar y potenciar las habilidades únicas de cada miembro de su equipo?

Un buen líder observa, escucha y pregunta; busca oportunidades para que cada miembro del equipo aplique sus fortalezas en proyectos concretos. Delegar responsabilidades estratégicas permite que las personas se desarrollen y contribuyan de manera significativa, potenciando su motivación y compromiso. Además, el reconocimiento público y privado de los logros refuerza la autoestima y la sensación de pertenencia. En definitiva, un liderazgo que identifica y potencia talentos individuales transforma un grupo de profesionales en un equipo sinérgico y proactivo, capaz de generar resultados sostenibles y de alto impacto en la comunidad educativa.

¿Cuál es la importancia de la empatía en la gestión de equipos docentes y cómo se puede cultivar?

La comunicación efectiva no solo consiste en hablar o escuchar, sino en generar impacto real en los distintos actores de la comunidad educativa. Un aspecto clave es la empatía estratégica: no se trata de ponerse en el lugar de todos hasta bloquear o retrasar decisiones, ni de intentar quedar bien con todo el mundo, porque eso debilita la autoridad y la claridad.

Empatía en una organización significa que el líder conoce la sensibilidad, aspiraciones y sentimientos de su equipo y de otros actores —docentes, familias, personal administrativo— y utiliza ese conocimiento para generar mensajes y acciones que impacten de manera consciente, ya sea desde lo emocional o lo racional, para lograr los objetivos institucionales. Complementar esto con canales claros de información, rituales de comunicación (reuniones periódicas, boletines internos, espacios de intercambio informal) y coherencia entre lo que se dice y se hace, permite fortalecer la confianza y el compromiso, evitando confusiones y malentendidos.

Para terminar, ¿cuál es el legado que te gustaría dejar en el ámbito de la educación?

Soy español, y llevo más de 20 años trabajando en distintos países de América, convencido del potencial de desarrollo del continente. Mi compromiso no es de palabras ni de títulos: no soy un vendehumos. Durante todos estos años, aunque he ocupado cargos gerenciales y administrativos, jamás he dejado la docencia ni la formación. Para mí, el liderazgo en la educación se crea en el contacto diario con los alumnos y con los equipos de trabajo, construyendo confianza, motivación y resultados concretos, y es por eso que en mis asesorías con instituciones educativas, diseño procesos continuos y adaptados a la realidad de cada centro, acompañando a los docentes en su día a día para que realmente integren la inteligencia emocional en la práctica

Además, colaboro con comunidades vulnerables en la Amazonía ecuatoriana, donde la educación es la única herramienta capaz de transformar vidas. Mi legado aspira a reflejar que la educación puede cambiar el mundo, generando impacto real y duradero. Quiero que las instituciones sean espacios donde el aprendizaje, la empatía y la innovación se entrelacen, y donde cada docente y directivo sienta que su labor contribuye a formar ciudadanos críticos, resilientes y capaces de enfrentar los desafíos de un mundo globalizado.

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La revista Gestión Educativa es una publicación especializada que se dedica a explorar y analizar un amplio espectro de temas dentro del ámbito de la educación y su gestión. Su propósito es proporcionar información relevante, análisis detallados e ideas clave para directores, docentes, estudiantes, familias y otros profesionales y actores involucrados en el sector educativo. Gestión Educativa es el medio de comunicación oficial de REDIE (la red de líderes educativos más grande de Iberoamérica) La revista abarca una diversidad de categorías y enfoques, incluyendo: Gestión y Administración Educativa, Liderazgo Educativo, Innovación y Tecnología Educativa, Pedagogía y Aprendizaje, Desafíos Actuales y el Futuro de la Educación Comunidad y Eventos: La revista está conectada con la Red REDIE y otras asociaciones educativas, y difunde información sobre encuentros, congresos y eventos relevantes para líderes educativos y profesionales en Iberoamérica. En resumen, Gestión Educativa es un recurso integral que ofrece contenidos sobre administración, alumnos, analítica educativa, clima escolar y bienestar, comunicación institucional, derecho y educación, directores, docentes, educación y trabajo, familias, internacionalización de la educación, liderazgo educativo, marketing educativo, normativa, recursos educativos, innovación, tecnología educativa, y eventos. Su misión es contribuir con contenidos de calidad para transformar y construir un futuro con propósito, además de ofrecer acceso a libros y formación docente

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